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CAPÍTULO DOS DÍAS DE ESTRÉS ━━━━━━━━┓ ＊ ┏━━━━━━━━
Mike iba saliendo de la oficina cuando Félix se acercó.
El pelinegro arqueó uno de sus cejas cuando el mayor se inclinó en su dirección, olisqueando por encima de su cabeza varias veces. Félix se quedó quieto, sabiendo que era mejor seguirle la corriente con esa peculiaridad suya a tratar de evadirlo, o evitarlo.
Mike era un hombre extraño, sí, pero la utilidad de su sentido del olfato era tan bizarra como impresionante.
—Estás angustiado —recalcó el castaño, mirándole de la misma manera que lo hacía Félix.
—¿Bromeas cierto? —el pelinegro rió un poco, provocando que la mirada de Mike se volviera más filosa, calculadora—. Con todo lo que está pasando, creo que estoy en todo mi derecho de sentirme angustiado.
—Mhm, pero es distinto contigo, ¿cierto? —La altura de Mike siempre había sido difícil para Félix, especialmente porque el hombre era gigante, mucho más que Erwin. A veces, cuando el pelinegro se paraba frente a él y comparaba sus alturas, no podía evitar preguntarse si así era como el Capitán Levi se sentía todo el tiempo. Era intimidante al mismo tiempo que frustrante—. Haz estado fuera de sí desde hace un par de días, Félix.
El de cabellos negros tragó saliva con dificultad, sabiendo cuán ciertas eran esas palabras. Había noches en las que despertaba desconcertado y con un amargo sabor en la boca, como si hubiera estado ebrio y la esencia de la bebida hubiera quedado en su boca incluso después de toda una noche.
Se sentía perdido en el peor de los sentidos. Como si no perteneciera del todo allí.
—Lo siento —murmuró al final, mirando hacia un lado y tratando de parecer culpable. O arrepentido, de qué él no tenía idea—. Es el estrés, supongo.
Cuando Mike no dijo nada, Félix miró hacia arriba. El castaño lo miraba impasible, su boca convertida en una fina línea que daba vibras de estarlo desaprobando. Le hacía sentir mal, honestamente hablando.
—Eres igual a Erwin en este sentido, Félix —Mike se echó hacía atrás, y consigo se fue esa sensación de estar siendo juzgado profundamente. Félix le miró curioso—. Ambos deberían saber mejor que mentirme a mi. Pasas tanto tiempo con él que sus malos hábitos se hacen tuyos por igual.
Félix sintió que sus mejillas se calentaban un poco, pero Mike ya se había alejado para cuando su cerebro se puso en marcha de nuevo. Él no tenía malos hábitos, no como Erwin claro estaba, pero incluso él podía admitir que lo que sea que estuviera ocurriéndole no podía ser más importante que los eventos de la vida real, como el chico Jaeger y la expedición a la vuelta de la esquina.
Tragando saliva y sabiendo que detrás de la puerta le esperaba más escrutinio, Félix enderezó su postura y golpeó suavemente la madera, su mano derecha sosteniéndose con un poco más de fuerza a los papeles que casi olvidaba le estaba llevando al Comandante.
