Capítulo 9.- La muerte de los inocentes

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Era pasada la medianoche cuando Levi salió del club, encontrándose con un escuadrón de la policía metropolitana de Londres. Su expresión se agrió cuando reconoció a Nile, el Comandante de la PML. No es que odiara al sujeto, pero le encantaría verlo resbalar en un charco de porquería.

— ¡Ah, pero si es Levi Ackerman! —Exclamó con una sonrisa burlona al verlo. Los policías a su lado se giraron con curiosidad.— ¿A qué viene el lobo solitario de Scotland Yard? Es sólo una redada de rutina.

— Una redada que interfirió en mi investigación. —Replicó Levi con furia contenida.— Por su culpa escapó mi sospechoso.

— No me digas. —Ironizó Nile, perdiendo el interés.— Debemos ser terribles para hacerte perder a un sospechoso rodeado de policías. Y yo que pensaba que eras el mejor policía de Inglaterra.

La frustración acumulada en su encuentro con Kenny amenazaba con explotar, y no le parecía mala idea que fuera con su puño sobre la cara de ese pedazo de...

— ¡Levi!

La voz de Erwin lo desbalanceó. Casi perdiendo el equilibrio por la impresión, el detective se giró hacia su propio Comandante, el cual se acercaba a ellos en largas zancadas. A su espalda lo seguía Mike Zacharius, Moblit Berner y Hannes Parr, todos con expresiones serias y sombrías.

— ¿Qué haces aquí? —Preguntaron los dos al mismo tiempo, haciendo reír a Nile para su molestia.

— Vaya, ¿están tan aburridos que deben venir a ver cómo se impone la ley de verdad?

— Levi. —Erwin volvió a llamarlo cuando notó sus intenciones de ir sobre Nile. Los policías de Scotland Yard intercambiaron una mirada tensa.

— Estaba siguiendo una pista. —Dijo Levi a su superior, intentando ignorar la expresión socarrona del jefe de la PML.— Tenía una entrevista esta noche que me condujo a un sospechoso. Todo iba bien hasta que la estúpida redada comenzó y el sujeto logró huir.

La expresión de Erwin era tan inalterable como siempre, pero sus cejas bajaron hasta casi tocarse.

— ¿Tienes una idea de dónde pueda estar ahora?

Levi nunca dudaba en ofrecer todo lo que supiera a Erwin, pero en esta ocasión, tuvo que morderse la lengua.

Sabía que de un modo u otro, Kenny se las ingeniaría para llevar a Uri Reiss a su residencia en Westminster antes de que saliera el sol, y así evitar que nada pudiera involucrarlo en la redada de esa noche. Sería fácil esperarlo ahí para arrestarlo.

Sin embargo, Levi dudó al recordar la expresión del hombre mientras bajaba su arma, listo para darle una respuesta. Aunque sabía que Kenny era culpable de otros crímenes, no estaba seguro de que fuera el responsable de estos horribles asesinatos.

Si lo entregaba a la policía, ni siquiera se molestarían en hacerle un juicio.

Kenny iría directo a la horca.

— No sé a dónde pueda haber ido. —Dijo finalmente, mintiendo con la facilidad que daba años de práctica.— Sólo sé que a estas alturas debe estar lejos. Y tomando en cuenta que lo acusé de homicidio serial, dudo que se aparezca por aquí pronto.

— En ese caso, necesito que vengas conmigo. Hannes, Moblit, quédense e investiguen la zona, entrevisten a los detenidos de la redada. —Si Erwin le creía o no, Levi no pudo determinarlo. Si él era bueno mintiendo, su superior era aún mejor descubriendo mentiras y disimulando ignorancia. Además, parecía sobrecogido por algo.— Te explicaré la situación en el camino.

— ¿A dónde vamos? —Preguntó Levi mientras veía que Hannes y Moblit se movían por la zona. Mike, en cambio, subió con ellos al carruaje de la policía.

Jack el destripadorWhere stories live. Discover now