Capítulo 10.- Confidencias frente al fuego

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Hanji no había notado el frío que tenía hasta que entró al carruaje de la policía, el cual contaba con un calientapies en un rincón. Se trataba de un cofre de hierro con carbones encendidos en el interior. Probablemente ya estaría frío a esas alturas, pero no perdía nada probando.

Sentándose en un extremo del carruaje, se subió un poco el borde de la bata y descansó los pies sobre el brasero, suspirando de gusto al sentir que el carbón continuaba caliente.

Levi, que se había sentado en frente, la observó en silencio mientras el carruaje arrancaba su camino. Supuso que la castaña no querría iniciar una conversación en ese momento, o tal vez fuera que él mismo no estaba preparado para ello.

Le venía bien tener algunos minutos para observarla y asegurarse que no le habían hecho daño. Lo que más destacaba de ella además de su inapropiada vestidura era la ausencia de sus gafas. Parecía querer mirar por la ventana, pero al cabo de un segundo bufaba y se recostaba de nuevo.

— ¿Cuántos dedos ves? —Le preguntó Levi de pronto, levantando tres dedos de su mano derecha.

Hanji lo miró con molestia.

— ¿Hah? ¿Te estás burlando de mí?

— Quiero saber qué tan mal está tu vista. —Explicó él sin sonar avergonzado, todavía con los dedos extendidos.

Hanji se tomó un momento y entrecerró bastante los ojos.

— No lo sé. —Reconoció ella, bufándo de pura frustración. Prefería admitirlo que dar una cifra equivocada y quedar como una idiota.— Difícilmente veo que tienes una mano.

— ¿A qué edad supiste que necesitabas anteojos? —Le cuestionó ahora, bajando la mano para guardarla en el bolsillo del saco.

A Hanji le resultaba extraño que Levi le hiciera esas preguntas. Aunque no era un tema inapropiado, formaba parte de su vida personal, lo que parecía no ir acorde con la personalidad del detective.

Aún así, se encontraba afligida, tenía frío y deseaba distraerse con algo.

— A los cinco años. —Dijo, encogiéndose de hombros.— Era bastante torpe y cuando comencé a leer lo hacía muy lentamente. Mi maestra decía que se debía a mi estupidez, pero mi padre no creyó lo mismo y buscó una segunda opinión.

— ¿Fueron al médico? —Preguntó Levi, viendo que Hanji negaba con una pequeña sonrisa. Por alguna razón, él se removió en su sitio con un ligero cosquilleo.

— Me llevó con el profesor Smith. —Le explicó ella.— El padre de Erwin era profesor de primaria en la misma escuela donde yo acudía. Él era muy respetado en la escuela y mis padres le tenían muchísima estima. Como él también usaba gafas, supo recomendarnos un buen oftalmólogo. Cuando me dieron mis primeros anteojos, fue como si el mundo se llenara de luz, de matices y sombras. Entonces me di cuenta que no era normal ver todo como una mancha borrosa.

Levi pudo ver el momento en el que su semblante decayó. Supuso por sus palabras y su expresión cuánto le afectaba la pérdida de las gafas.

— Mike dijo que apuñalaste al sujeto. —Le dijo con cierta curiosidad.— ¿Usaste el lente de las gafas?

— No, la montura.

El detective sonrió.

Ella no podría verlo, pero su sonrisa era la de un hombre orgulloso. Sabía que ella estaba en desventaja en ese momento, y que tal vez se sintiera indefensa, pero imaginar la clase de herida que podía producirse con monturas metálicas en la ingle... Incluso él podría haber compadeció al bastardo asesino, si no hubiese hecho lo que hizo.

Jack el destripadorजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें