Capítulo 11.- Imposiciones de Levi

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Levi se dejó caer junto a la doctora con los antebrazos por delante, pensando que esa era la primera vez que se sentía vulnerable después de tener sexo. No diría que estaba indefenso, pero por lo general se recomponía apenas llegaba al orgasmo.

Ahora mismo no era capaz de pensar, ya ni hablar de levantarse de la cama. Su piel, normalmente fría, ardía como los leños de la chimenea de la planta baja.

Luego de lo que parecía ser una eternidad, se recostó apoyándose sobre uno de sus codos, mirando con recelo a la mujer a su lado.

No le sorprendió descubrirla mirándolo con curiosidad, como si fuera uno más de sus experimentos y no quisiera perderse ningún detalle. Levi pensó, no por primera vez en la noche, que era extraño verla sin anteojos, como un tesoro desvelado de su manto sacro.

— Deja de mirarme así. Haces que me sienta como una rata de laboratorio. —Le soltó con sequedad.

— En estos momentos, creo que la rata soy yo. —Replicó ella en voz baja, sin que él entendiera a qué se refería. Con un suspiro, Hanji se dejó caer sobre la cama y tanteó su vientre con los dedos, sintiendo la semilla del detective en su piel.— Gracias por terminar afuera. Debí haber sido más precavida.

— No creo que estuvieras planeando esto. —Levi se sentía un poco descolocado con la doctora, quien le parecía demasiado tranquila para haberse acostado recién sin estar casada.

— Pues no, pero lo último que necesito es un embarazo. —Refutó ella.

Aunque Levi estaba cada vez más incómodo con ese tema de conversación, se movió hasta el borde de la cama y abrió los cajones del buró de al lado. Encontró como era normal algunos pañuelos y, para su sorpresa, unas gafas.

— ¿Son tuyas? —Le preguntó mientras se las extendía.

Los ojos de Hanji se entrecerraron para ver mejor aquel objeto y luego brillaron con alegría.

— ¡Sí, son mis viejas gafas! —Exclamó mientras se las ponía.— No tienen muy buen aumento, pero al menos ya no estoy ciega. Pensé que tendría que usar un perro lazarillo hasta que mandara a fabricar otros.

Levi guardó silencio mientras limpiaba su propia esencia del cuerpo de la doctora procurando quitar los fluidos también de las sábanas.

— Venga, vamos a darnos un baño. —Le dijo, tomando sus muñecas para incorporarla, ganándose un quejido infantil.

— ¿Ahora? —Exclamó Hanji, lánguida.— Deben ser las tres de la madrugada.

— Más razón para darnos prisa. —Levi le dirigió una mirada ácida. Hanji suspiró y accedió sólo para no seguir discutiendo.— Tengo que irme en pocas horas y no pienso trabajar con el cuerpo apestando a sexo.

— ¿Por qué no? —Ella sonrió mientras entraban al cuarto de baño. Se dio cuenta que Sally lo había dejado impecable, con productos nuevos en las estanterías y una enorme bañera de cerámica en el centro.— Yo creo que hueles maravilloso.

— Tsk. —Levi siguió amargando más y más su expresión, lo que divertía en exceso a la doctora.— Dijiste que no había agua corriente. —Decidió cambiar de tema, señalando las tuberías conectadas a la bañera.

Hanji las observó con inocencia.

— Cuando yo vivía aquí no las había. —Mencionó mientras observaba a Levi probando las llaves.— ¿Significa que tendremos un baño con agua caliente?

— Sí.

Parecía imposible, pero el detective lucía más animado.

Había dejado correr el agua, tocándola de vez en cuando para nivelar la temperatura. Entre tanto examinaba los productos de la estantería, sopesando un jabón en una mano y un aceite corporal en la otra.

Jack el destripadorHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin