Capítulo 36.- Instinto de protección

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Levi nunca había sido bueno con los niños, pero no los odiaba como todo el mundo creía. Era tan simple como que sus modales, o mejor dicho la falta de ellos, no eran apropiados para tratar con criaturas delicadas. 

Al menos eso había creído hasta que las circunstancias lo tuvieron viviendo con Eren Jeager y la huérfana de Saint Annes, Mikasa. 

Ambos no sólo toleraban sus modos sino que incluso parecían apreciarlo y guardarle respeto. Levi no era tan ingenuo para no darse cuenta que Eren había comenzado a admirarle y Mikasa se sentía a gusto a su lado. 

Era desconcertante. 

Y recordaba no sin cierta incomodidad la fascinación de Hanji por esos niños. 

Él había puesto de excusa el hecho de que tal vez Eren y Mikasa no deseaban ser adoptados, pero lo cierto es que él se sentía inseguro. Más que un miedo al compromiso, temía no ser un buen padre para esos chicos... lo que inevitablemente lo llevaba a preguntarse si alguna vez sería un buen padre para cualquier criatura. 

Tal vez un hijo de Hanji. 

Todos estos líos sobre mocosos habían estado en su cabeza desde hacía semanas, pero ahora cobraban fuerza mientras intentaba conservar la paciencia con Annie Leonhart. 

Habían encontrado a la niña en una habitación de un edificio abandonado. La seguridad del lugar era precaria, con las escaleras podridas y la mayoría de las puertas y ventanas tapiadas y un montón de ratas entrando y saliendo a su antojo. 

Por la negrura de la fachada, era fácil darse cuenta que el edificio se había incendiado casi hasta los cimientos, quedando sólo un cascarón negro del que nadie se había hecho cargo. 

Edificios así abundaban en Londres, siendo utilizados en su mayoría por vagabundos y traficantes. 

Pero incluso ellos habían preferido evitar esa trampa mortal que por puro milagro no se había derrumbado. 

"Este debió ser su único refugio en toda la ciudad", pensó Levi mientras observaba a la pequeña, a quien sin duda no le daba gracia tener a un policía merodeando. 

— Mira, mocosa, hoy no es mi mejor día. Así que como no abras la boca... 

Normalmente nadie era mejor que él para lanzar amenazas, ya no digamos cumplirlas, pero la voz del detective se apagó ante la mirada helada de Annie. ¿Por qué una criatura así esperaría algo que no fuesen amenazas o blasfemias? ¿Cómo podía la violencia ser una motivación para una niña que sin duda, ya estaba acostumbrada a ella? 

¿Qué era realmente lo que Levi podía hacerle? Incluso una celda en Scotland Yard sería más cálida que esa tumba. ¿Golpes? Sí, bueno... después de salir del Craven's sus ideas se habían ordenado un poco y no estaba dispuesto a apalear a una niña pequeña sólo por haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado. 

Llevándose ambas manos a la cabeza, retirando de su frente los mechones negros de su pelo, Levi inhaló profundamente y luego suspiró. 

Decidió cambiar de estrategia. 

Mandó a Erd, que seguía a su lado durante toda la investigación, por algo de comer. El oficial se sintió desconcertado pero no discutió su orden. 

Unos minutos después volvió con un cuenco de latón lleno de sopa de verduras, una patata horneada con beicon y una botella de soda. 

No era lo más apropiado para un estómago vacío, pero apenas Erd apareció y destapó el cuenco, el aroma llegó a Annie, quien se asomó desde su rincón con ansiedad. 

Jack el destripadorحيث تعيش القصص. اكتشف الآن