Capítulo 12.- Cuestión de confianza

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A regañadientes, Hanji había seguido las imposiciones de Levi al pie de la letra, de modo que al cuarto para la una de la tarde estuvo lista para salir a Scotland Yard. Aquel día se vistió como de costumbre; enaguas ligeras, un vestido color canela con estampado escocés, guantes grises y un chal de lana rojo.

Para su sorpresa, descubrió a Abel Galloway y a Moblit Berner fuera de su casa, ambos en uniforme y charlando en voz baja.

— Buenas tardes, caballeros. —Los saludó con recelo, bajando las escaleras de su pórtico.

Los hombres se sobresaltaron y se apuraron a retirar sus sombreros en señal de respeto.

— Doctora Zöe, me alegro de ver que se encuentra mejor. —Moblit dio un paso hacia adelante y abrió por ella la reja de hierro que separaba el patio de la acera.

— Oh, ¿te refieres al espectáculo que di anoche? —Hanji agitó la mano con un desdén burlón.— Lo lamento, no tuve mucho tiempo para vestirme. Aquí el buen oficial Galloway no me permitía salir de casa de Nana.

— Hubiese preferido que aguardara a salvo dentro de la casa del Teniente Zacharius, doctora. —Replicó Abel, quien seguía algo abatido por el enfrentamiento con una loca mujer en camisón.— Pero también me satisface ver que está bien.

— Les aseguro que todo está en orden. —Hanji los miró a ambos de forma simultánea.— ¿A qué debo su visita? Debo suponer que Mike los ha enviado para escoltar a su esposa a casa, ¿no?

— Ese es mi trabajo, sí. —Abel asintió.

Hanji taladró a Moblit con una sonrisa peligrosa, pero él no se acobardó.

— Yo la llevaré a Scotland Yard, doctora.

— Yo no necesito...

— Como no aceptes la ayuda de este muchacho tan bien intencionado, te llevaré conmigo a la cena de beneficencia del viernes. —La voz de Nanaba se escuchó fuerte y claro mientras bajaba también las escaleras del pórtico, con Eren siguiéndola con una canasta de mimbre en el brazo. La esposa del Teniente hablaba tan suavemente que ni siquiera su tono autoritario y su gesto severo podían hacerla ver como alguien desagradable.

Incluso Hanji, que sintió aquella amenaza en cada rincón de su cuerpo, tuvo que agachar la cabeza como una niña castigada.

— Sí, mamá. —Le dijo entre dientes, ganándose una mirada reprobatoria de su amiga.

Hanji admiraba la manera en que Nanaba se movía, elegante y con la espalda muy recta. Podía entender por qué Mike solía girar en torno a ella como los planetas alrededor del sol.

— Muy bien. —Nanaba salió a la acera y asintió con recato a los policías.— Le he dejado una llave de repuesto a Eren. Él hará los mandados del día mientras tú te vas a trabajar, yo me devuelvo a Marylebond con el oficial Galloway. —Todos la observaron con curiosidad mientras ella hacía una pausa para mirar a la doctora con un semblante tenso. Al cabo de un momento, tomó sus manos y las apretó con afecto.— Recuerda que eres bienvenida a nuestra casa cuando quieras, Hanji, pero por favor, permite que Mike te acompañe de vuelta. No quiero volver a pasar por esta angustia.

Moblit y Abel apartaron la mirada de la escena, sabiendo que no era apropiado observar aquel momento entre ambas mujeres. En cambio, Eren las miró con atención, un tanto afligido.

Hanji asintió a su amiga antes de dar un paso hacia ella y abrazarla, prometiendo tener más cuidado a partir de ahora.

Sin embargo, cuando el grupo se separó y cada quien dio marcha a su destino, Hanji no pudo evitar pensar con remordimiento que le había mentido a su mejor amiga. Aquel caso era muy importante para ella y sabía que no podía eludir completamente el peligro que representaba el asesino misterioso.

Jack el destripadorWhere stories live. Discover now