Capítulo 13.- Un lugar seguro

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Tras decidir que Hanji sería declarada fuera del caso del asesino de prostitutas, Erwin les pidió que se retiraran, pues tenía que reunirse con los editores del Times para regular la información que se le daría al público sobre el caso. Aunque aseguró que no permitiría que publicaran nada negativo sobre la doctora, les hizo saber que mencionaría la salida del caso para que se difundiera la noticia de forma no oficial.

Hanji no pudo fingir cortesía con su viejo amigo cuando salió de la oficina, deseando alejarse lo más posible aunque no supiera con exactitud hacia dónde correr.

No pudo evitar replegarse cuando sintió la mano de Levi en su brazo, mirándolo con desasosiego. Él podía sentir plenamente la desconfianza de la doctora, y no había manera de reprochárselo.

Aún así, la instó a aceptar su mano.

— Ven conmigo. —Le pidió.— Te llevaré a un lugar donde podrás tomarte un respiro.

Pese a todo, Hanji decidió que aquello era exactamente lo que necesitaba, así que bajó un poco la guardia y lo siguió, un poco sorprendida de que él siguiera sosteniendo su mano incluso mientras caminaban por los pasillos hasta llegar a unas escaleras de servicio. Estrechas y no tan mantenidas como el resto del edificio, crujían cuando pisaban los escalones, pero les permitió subir al último piso sin cruzarse con nadie más.

Finalmente Levi abrió una puerta que los llevó a la azotea, una enorme explanada vacía con excepción de los dos principales contenedores de agua, un par de tanques de calefacción y un pequeño cobertizo de madera.

Sintiéndose menos sofocada, Hanji paseó lentamente hasta descansar cerca del borde de la terraza, mirando la ciudad. Londres no era exactamente un lugar bonito, con el cielo viciado por las innumerables chimeneas y los edificios oscuros y las calles atestadas a esa hora, pero representaba el hogar para la doctora.

Sentía el viento frío acariciando su rostro, agitando algunos mechones sueltos de su peinado y dándole un poco de frío.

— Te daría mi abrigo. —Escuchó a Levi a su lado.— Pero te quedaría pequeño.

— Está bien —Respondió ella con voz plana—, el frío me aclara las ideas.

El silencio no duró demasiado entre ambos, pero era tan tenso como un cable metálico.

— Sé que no es agradable ver tu reputación al borde del desastre, pero hay pocas opciones para que sigas trabajando en el caso y que puedas mantenerte a salvo. —Le dijo Levi, buscando su mirada.

Ella no pudo evitar exteriorizar su enfado ahora que estaban solos.

— ¡Qué reconfortante! —Exclamó en voz alta, dejando que el viento se llevara el sonido de su molestia.— ¿Cómo puedes saber qué se siente que te cuestionen todo el tiempo? ¿Alguna vez tuviste que quedarte sin dormir días enteros sólo para probar que eres tan capaz como el resto?

— Una semana, creo que ha sido mi récord. —Le soltó el detective con ligereza, tomándola por sorpresa.

— ¿Qué?

Hanji lo miró como si él quisiera burlarse de ella, pero la expresión de Levi no era burlona ni condescendiente. Únicamente parecía recordar algo lejano.

— Llevaba apenas unos meses como policía cuando una banda de traficantes turcos pasó por el Támesis. —Le contó, señalando en dirección a los muelles, aunque estaban demasiado lejos para distinguirlos.— Sabíamos que su intención era robar un navío imperial y transferir su mercancía de forma "limpia" a través del canal, así que teníamos que adelantarnos a ellos antes de que la mercancía se confundiera. La investigación fue brutal, no podíamos descansar un sólo momento. Tuve que trabajar incluso mientras mis compañeros se retiraban a sus casas a descansar con sus mujeres frente al fuego.

Jack el destripadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora