Capítulo 26.- Confesiones ahora en la oscuridad

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Hanji dejó a Erwin alrededor de las nueve de la mañana, cuando la enfermera Hitch Dryser llegó para darle a su paciente el bendito alimento de hospital, el cual Erwin había observado con antipatía y desconfianza.

Luego de asegurarle al Comandante que se trataba de una dieta especial para convalecientes, le había advertido que confiaba plenamente en Hitch, y que estaría muy al pendiente de sus reportes acerca de su mejoría.

Esto sin duda no agradó al Comandante de Scotland Yard, quien tuvo que quedarse a solas con la aterradora enfermera.

Mike, por supuesto, había ido a visitar a su amigo y superior, pero Erwin le había encomendado la comisaría mientras lo daban de alta, lo que le daría muy poco tiempo para estar con él en St Bart.

En su lugar, Nanaba haría compañía a Erwin por el resto del día, permitiendo que Hanji y Levi fueran a descansar y cambiarse de ropa. La esposa del Teniente no pasó por alto la grave tensión que se formaba cuando los tres se hallaban en la misma habitación, más no tuvo tiempo de hacerle ninguna pregunta a su amiga.

A decir verdad, Hanji estaba más exhausta de lo que había estado en toda su vida, incluyendo aquellas semanas en vela cuando tuvo que rendir exámenes de anatomía, toxicología y cirugía. Probablemente, el cansancio se había acumulado mucho más a causa del estrés emocional, así que no le avergonzaba admitir que había huido de St Bart como una auténtica cobarde.

Levi le permitió dormir durante el viaje de regreso a Whitehall, el cual fue más largo ahora que las calles de Londres bullían de actividad.

No iba a negar que le agradaba la sensación de un cuerpo cálido contra el cual apoyarse... aunque fuese más pequeño que el suyo.

No hablaron mucho después de la madrugada, y llegando a casa Hanji sólo pudo caer rendida sobre la cama de Levi, sin siquiera tomarse el tiempo para desvestirse.

El detective en cambio se tomó un minuto para despedir a Marlo con una inclinación de la cabeza como agradecimiento, encontrando a Eren y Mikasa levantados y vestidos. Ambos habían comenzado con las labores de la casa, mientras la asiática corregía al chico sobre la manera correcta de planchar una camisa.

- Señor Ackerman, ¿está todo bien? -Le preguntó Eren apenas lo vio en el marco de la puerta de la cocina, desde donde les echaba un vistazo.- Mikasa dice que escuchó un gran alboroto ayer en la madrugada y desde entonces hay un montón de policías patrullando la calle.

Levi dirigió su mirada a la niña, quien a su vez lo observó sin emoción. Generalmente, ella reservaba todo su afecto para Hanji y Eren, pero parecía compartir con Levi un lenguaje secreto que sólo ellos dos conocían. No tenía ni idea de por qué, pero a menudo sentía que la conocía de algún lado.

- ¿Tiene algo que ver... con el asesino de mi madre? -Se atrevió a preguntar Eren, haciendo que la atención de los demás se centrara en él.

Todos aquellos días había sido inesperadamente fuerte, adaptándose a los cambios con rapidez. Sin embargo, la aflicción en su mirada demostraba que estaba muy lejos de superar lo ocurrido, o tan siquiera olvidarlo. Nadie con un poco de humanidad sería capaz de olvidar la escena que presentó Carla Jeager tras su muerte.

- Eren, te harás daño. -Mikasa murmuró, quitándole al chico la plancha, que al haber dejado tanto tiempo sobre la camisa, le había hecho un agujero.

Eren se sobresaltó.

- L-Lo lamento. -Jadeó, volviendo la mirada hacia el detective, suponiendo que se enfadaría por su descuido.

En realidad, Levi se acercó a él y descansó la mano sobre su cabeza.

- Tómalo con calma. -Le dijo, no con la dulzura de la doctora Zöe pero sí con más suavidad de la acostumbrada. Luego suspiró.- Sí, tiene relación con el destripador. Por esa razón quiero que a partir de ahora, si deben salir, lo hagan juntos. O a ser posible, en compañía del portero.

Jack el destripadorWo Geschichten leben. Entdecke jetzt