Capítulo 30.- Pase lo que pase, todo estará bien

1.5K 192 123
                                    

La tarde del seis de noviembre Hanji había permanecido de muy mal genio, sólo aplacada por los tiernos mimos de los niños que vivían con ella y Levi. 

Sólo por esa ocasión, los cuatro habían pasado la noche en la casa de Tyburnia, donde Hanji pudo reencontrarse con el escenario familiar de su infancia y los libros que aún no habían trasladado a Whitehall. 

Mikasa se había esforzado al máximo para crear un ambiente de relajación para la doctora, preparándole un baño caliente con burbujas y pasando casi una hora cepillando su cabello. 

Eren había planchado media docena de vestidos de la doctora, los cuales trasladarían a Whitehall al día siguiente, junto con varias maletas de libros y otros objetos personales. 

Lo cierto es que los menores no podían entender nada sobre las acusaciones contra el Comandante Smith, pero, ¿quién realmente lo hacía? No había fundamentos ni pruebas, pero las órdenes venían de lo bastante arriba para no poder ir contra la policía metropolitana por el momento.

Por su parte, Levi le había dado tanto espacio como era posible a Hanji, pues entendía que estuviera abrumada por esa enfermiza vuelta de tuerca. Él mismo lo experimentaba a su manera. 

Dejándole un aviso con Eren de que volvería más tarde, Levi se dirigió sin demora a la casa de los Zacharius, donde encontró a Nanaba tan inquieta como la propia Hanji. 

La rubia le explicó que la noticia les había llegado unas horas atrás, mientras comían el almuerzo. Desde entonces, Mike se había ido a la comisaría del centro de Londres* y no había vuelto. Nanaba y Levi concordaron en que Mike pasaría los siguientes días con una enorme carga de trabajo, dividido entre su cargo en Scotland Yard y la defensa de su mejor amigo. 

Tras decirle a la mujer que Hanji, los niños y él se encontraban en Tyburnia, Nanaba insistió en ir a visitarlos, a lo que Levi se negó. 

— ¿Por qué? —Preguntó ella con desconcierto e inconformidad. Le urgía ver a su mejor amiga.— Hanji debe estar pasándola mal. Quiero verla. 

— Puedo llevarte mañana a Whitehall con nosotros. —Le dijo Levi, inflexible, viendo como la rubia lo fulminaba con esos ojos claros tan fuertes y determinados. Entendía por qué Mike había caído a sus pies.— Pero ya es tarde. Tu esposo no me perdonaría si te expongo a recorrer las calles de noche, sobre todo cuando el destripador conoce tu dirección. 

Nanaba no pudo discutir contra ese argumento. Aunque siempre se había sentido más preocupada por Hanji y su esposo, no le daba gracia saber que una jovencita había muerto a pocas cuadras de su casa, en Baker Street. 

De mala gana, Nanaba aceptó la oferta de Levi, de modo que pudo acompañar a su amiga y al resto en el traslado a Whitehall Street el siete de noviembre, ayudando a cargar algunas cosas al departamento del detective. 

Y ya que toda esta mudanza no podía pasarle por alto a la rubia, Hanji aprovechó el día siguiente para tener una muy larga conversación con su mejor amiga. 

— Levi me pidió que me casara con él. —Le dijo mientras ordenaban su colección de libros en los cajones de una cajonera de la habitación que supuestamente era suya, aunque se hubiera convertido poco a poco en un almacén. Levi había cubierto la pizarra de investigación con una larga cortina de seda gris, así que nadie tendría pesadillas sólo por entrar a ese cuatro. 

Nanaba, que estaba sosteniendo un pesado libro sobre traumatología, lo dejó caer al suelo y observó a su amiga como si le hubiese salido una segunda cabeza. 

— ¿Qué? 

Hanji sonrió para sí misma. De no ser porque la preocupación le había producido una jaqueca continua de la que no lograba librarse, se habría reído por la expresión de su amiga. 

Jack el destripadorWhere stories live. Discover now