Capítulo 23.- Ángel o demonio

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El pastor Nick no había mencionado nada sobre la posibilidad de que Alessa se dedicara a la prostitución, ¿pero qué posibilidad había realmente de que lo admitiera?

Él había dicho que su romance con la madre de Alessa había sido truncado por su actual matrimonio, pero el hecho de que no hubiera mencionado a qué se dedicaba Elizabeth Smith, dejaba mucho qué pensar.

Era imposible que no supiera que Elizabeth fuera prostituta, lo que abría más interrogantes acerca del intachable rector de Whitechapel.

¿Podía estar relacionado con la muerte de su amante y su hija?

Aunque sin duda se había vuelto un sospechoso importante era poco probable que se tratara del asesino que buscaban.

Incluso sin ser un hombre bajo, Nicholas Porter no poseía ni la altura ni la fuerza para levantar a una mujer como Hanji del suelo, por no mencionar su reacción al saber sobre la muerte de su hija.

Todo esto era procesado por Erwin y Levi respectivamente, sin necesidad de compartir más que una mirada discreta, mientras la señora Braun continuaba hablando de la joven entre relatos cotidianos y uno que otro detalle relevante.

Cuando el reloj apuntó las seis de la tarde, Karina se sobresaltó en su asiento.

¡Válgame Dios! —Exclamó, presa de los nervios, poniéndose de pie para ir casi corriendo a la ventana.— Mi hijo llegará en cualquier momento y yo no he preparado la cena. Más me vale ponerme a trabajar. —La mujer volvió la vista hacia Erwin, desesperada.— Le ruego que se vayan, caballeros. No tengo mucho tiempo para...

— En realidad, nos gustaría conocer a su hijo. —Intervino Levi, con esa mirada relajada que tanto parecía irritar a la señora Braun.— Quizás él pueda darnos más detalles sobre los lugares que frecuenta Alessa por la noche.

— Mi hijo casi no conoce a esa niña. —Le aseguró la mujer con terquedad.— Él pasa todo el día trabajando y sólo llega a dormir. Es un buen muchacho, todo un proveedor. Así que le ruego que se marchen para que pueda hacerle la cena que tanto merece.

Aunque Levi quiso insistir, Karina se puso enérgica al echarlos de su casa, alegando tareas del hogar y lo inapropiado de dos caballeros interrogando a una mujer sola.

La actitud de la señora Braun no engañó a ninguno de los dos oficiales, quienes se quedaron en el pasillo sin intención de marcharse.

— Si Alessa Porter se dedicaba a la prostitución, dudo mucho que su vecino varón no estuviera al tanto. —Reflexionó Levi, no sin cierto cinismo, volviendo a la puerta de la víctima para forzar la cerradura con un par de ganzúas.

— ¿Crees que él fuera un cliente habitual? —Le preguntó Erwin, sin sorprenderse de la habilidad del pelinegro con las llamadas "herramientas de ratero". No le había visto usar aquellas ganzúas en algún tiempo.

— Las prostitutas casi siempre buscan un hombre que las proteja de malvivientes, sobre todo si no cuentan con el respaldo de un burdel y su Madame. Por desgracia, este trato suele ser contraproducente. —Levi chasqueó la lengua con satisfacción cuando la cerradura saltó y la puerta se abrió de par en par.— No sería el primer proxeneta en asesinar a su empleada.

— Esperemos al hijo de Braun para determinar si era un proxeneta. —Le pidió Erwin, entrando ambos al departamento de la joven.— No quiero sacar conclusiones precipitadas cuando ni siquiera sabemos a ciencia cierta qué hacía Alessa Porter para subsistir.

— Puede que le gustara organizar fiestas. —Soltó Levi con ironía, señalando un sofá lleno de lencería. En el suelo se apilaban varias botellas vacías de vino y whisky.— Todavía puedo sentir el olor a opio en el aire.

Jack el destripadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora