Capítulo 16.- La injusticia de ser un niño en el siglo XIX

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Levi volvió a Scotland Yard sobre el atardecer, cuando los oficiales del turno vespertino se preparaban para el cambio de guardia. Relajados y con deseos de volver a casa a ver a sus esposas o jugar con sus hijos, algunos policías le contaron al poco sociable detective sobre el caso de Nicholas Carvajal y la asombrosa rapidez con la que se le absolvió de los cargos.

Aunque habían solicitado la presencia de algunos familiares de la víctima para ser interrogados, no había un nuevo arresto, pero eso no evitaba que se corriera el rumor sobre la doctora Zöe y su importancia a la hora de resolver el caso.

Incluso si todos creían que Hanji había abandonado el caso del destripador, su credibilidad había ido en aumento gracias a la autopsia de aquel día. Levi sospechaba que Moblit Berner tenía algo que ver con esa campaña de admiración hacia la doctora.

La encontró trabajando en la mesa donde solía colocar sus herramientas, usándola a modo de escritorio, probablemente para completar los reportes de la autopsia o los documentos oficiales de la defunción.

Parecía cansada pero muy satisfecha, tan absorta en su trabajo que ni siquiera notó su presencia.

Levi aprovechó el momento para observarla un poco mejor, la manera en que algunos mechones castaños se escapaban de su moño y caían sobre su rostro mientras se inclinaba hacia adelante. El reflejo de sus anteojos que, claramente, no había limpiado en todo el día.

— Tsk. —Se acercó a la doctora y, cuando ella finalmente se percató de él, le robó las gafas y se las llevó al área de la pileta.— No entiendo cómo puedes trabajar con estas cosas tan sucias. Ya me quedó claro que estás ciega sin ellas.

— ¡Devuévemelas! ¡Aún no termino de redactar la copia del informe! —Exclamó Hanji, sorprendida e indignada por la rapidez del detective. Desprovista de sus anteojos, tuvo que esperar sentada en su asiento, observando la figura borrosa de Levi que se ocupaba de lavar los lentes con agua y jabón.— Podrías simplemente haberlos limpiado con tu pañuelo mágico.

— ¿Pañuelo mágico?

Levi curvó las cejas mientras extraía el susodicho lino blanco para secar los lentes de las gafas. Hanji lo señaló con el brazo extendido.

¡Ese, ese! Siempre aparece como por arte de magia. ¿Acaso cargas más de uno?

Para su sorpresa, cuando el detective regresó para acomodarle los anteojos sobre el puente de la nariz, estaba sonriendo.

— Evidentemente.

Hanji se quedó hipnotizada por aquella sonrisa, apenas una mueca pequeña en el rostro que mostraba un sentido del humor extraño y que ella disfrutaba, a pesar de todo.

No pudo evitar recordar el incidente con Erwin apenas un par de horas atrás, lo que la llevó a bajar de inmediato la mirada hacia sus papeles.

— Gracias. —Le dijo con voz temblorosa.

Levi la miró extrañado pero no mencionó nada al respecto, sino que esperó paciente en el diván del fondo a que ella terminara su trabajo.

Media hora más tarde, ambos se dirigían de vuelta a Whitehall Street.

Aquella noche el cielo estaba casi despejado, lo que le permitió a la doctora encontrar una que otra estrella conocida. A falta de niebla, se sintió mucho más segura mientras recorría la corta avenida que los separaba del departamento del detective. Aunque claro, su compañía era un seguro muchísimo más confiable en sí mismo.

— Escuché que resolviste todo un caso tú sola sólo viendo el estómago de la víctima. —Escuchó que hablaba Levi mientras pasaban un puesto de flores.

Jack el destripadorWhere stories live. Discover now