Capítulo 25.- St Bartholomew Hospital 2da parte

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Hanji se había tomado unos minutos indispensables para explicarle a Mike y a los policías el estado de Erwin, usando términos mucho más coloquiales de los que seguramente emplearía el doctor Larson cuando hablara con ellos.

Aunque Mike reaccionó tal y como esperaba al oír que su mejor amigo y superior había perdido el brazo derecho, calmó sus instintos cuando Hanji le aseguró que el procedimiento había sido hecho de la mejor manera posible, y que la probabilidad de que el Comandante pillara una infección o tuviera complicaciones era mínima. Aún así, el Teniente estaba dispuesto a quedarse tanto como hiciera falta, lo que Hanji no le denegó aunque sospechaba que Erwin lo mandaría de vuelta a Scotland Yard apenas recuperara el conocimiento.

Por otro lado, no supo decirles mucho sobre Levi, ni encontró las palabras adecuadas para hacerles saber que pretendía ir a buscarlo. Por fortuna, Mike la conocía bastante bien para leer entre líneas, ocupándose de sus subordinados para mantener el ala de traumatismos bajo vigilancia.

Una vez que estuvo sola, Hanji se dirigió a la sala de recuperación para pacientes menos graves, la cual estaba llena de camas vacías, con excepción de una. Recientemente habían instalado cortinas blancas alrededor de las camas, dándole a cada paciente un poco de privacidad que antaño no era imaginable.

La sala estaba a oscuras con excepción de la lámpara de aceite en manos de la doctora, pues aunque en una de las paredes habían tragaluces similares a los de la sala forense, afuera la niebla bloqueaba cualquier rastro de luz de luna.

Hanji se dirigió a la única cortina corrida y la hizo a un lado para ver en su interior, encontrándose a Levi sentado en una cama con una expresión de absoluto desprecio. Alguien le había quitado toda la ropa de la cintura para arriba, dejando al descubiertas enormes magulladuras y marcas de quemaduras sobre los hombros. A su lado descansaba una palangana llena de agua y varios paños húmedos y ennegrecidos.

Cuando Levi la reconoció a través de la luz de la lámpara, abrió los ojos con sorpresa.

— ¿Hanji?

— Date la vuelta. —Le dijo ella con severidad, desconcertándolo.— Voy a curarte la espalda, así que date la vuelta.

— No es necesario... —Replicó el detective, pero ella entornó los ojos con molestia.

— Levi Ackerman, acabo de estar presente en la cirugía de Erwin y no pude colaborar. —Soltó con sequedad.— O te das la vuelta y me dejas curarte, o haré que te sujeten y te dormiré con cloroformo para trabajar sin tus quejas. Tú decides.

Levi le sostuvo la mirada durante varios minutos, encontrando en ella tanta resolución que no pudo más que rendirse. Además, estaba muy cansado.

Resistiendo el impulso de quejarse, se movió en la cama para darle la espalda a la doctora, quien había llevado su propio equipo médico el cual ahora descansaba sobre la mesita de noche.

En un silencio profundo, Hanji acomodó sus enseres, levantando la lámpara sobre la espalda del detective para ver mejor las heridas.

Se quedó sin aliento cuando vio las enormes magulladuras a lo largo y ancho de toda su espalda. Era como si hubiera intentado levantar la cruz de Cristo y esta le hubiese caído encima varias veces. Para colmo, su piel se había visto dañada en el área de los hombros y los omóplatos.

— Puedo usar un poco de morfina. —Sugirió ella, ahora con suavidad, mojando varias gasas con abundante agua oxigenada.

Sin embargo, Levi negó.

— No quiero nada que me adormezca. —Le dijo, habiendo cierta amargura en su voz.

Ella aceptó sin comentar nada y se dispuso a limpiar las quemaduras del detective con las gasas, las cuales aplicó muy suavemente sin presionar contra la piel afectada. Aunque Levi no profirió ningún sonido, lo sintió estremecerse bajo su contacto.

Jack el destripadorWhere stories live. Discover now