Capítulo 32.- Muerte súbita

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Advertencia: Este capítulo es más intenso que el resto de la historia. Se les recomienda leerlo con criterio y discreción.


It was like a nightmare
It's painful for me
Because nobody wants to die too fast
Remember the day of grief
Now it's strange for me
I could see your face
I could hear your voice

.

El primer instinto de un médico, incluso en el final del siglo XIX, debía ser comprobar que su paciente siga con vida. Asegurarlo, cuidarlo y mantenerlo estable. Habían cosas que no podían borrarse fácilmente de la memoria; no sólo los datos científicos sino también los reflejos que cualquier médico debía poseer para actuar en tiempo y forma.

Hanji Zöe tenía los conocimientos, tenía los reflejos y también el ardiente deseo de mantener con vida a su asistente, Moblit Berner, pero literalmente tenía las manos atadas.

Se había echado a su lado para apoyar la mejilla contra su pecho, comprobando su pulso.

Un gimoteo de alivio se le escapó cuando escuchó los débiles latidos de su corazón, pero se dio cuenta que se había llenado de sangre la cara. Alguien había herido gravemente a Moblit con un objeto afilado, y el recuerdo de la navaja de barbero contra su cuello le cayó como un balde de agua fría.

"Además, me temo que pronto podrías ponerte muy molesta conmigo", había dicho el muy bastardo.

— ¡KENNY! —Rugió Hanji con furia desmedida y un nauseabundo sentimiento de traición.

¿Cómo pudo llegar a querer confiar en ese desalmado? Daba igual que no fuera el destripador, Kenny Ackerman había hecho daño a su amigo y lo iba a pagar caro.

Aunque evidentemente el mercenario ya se había ido, el grito de la doctora surtió efecto en el hombre acostado boca arriba.

Moblit tosió y se removió muy débil contra la falda del vestido de la doctora, desorientado por el dolor, la oscuridad y el frío. Sin embargo, había reconocido su potente voz, así que pudo levantar su vista hacia los ojos castaños de Hanji.

— D-Doctora Zöe... —Moblit intentó levantar una mano hacia ella, con el horror marcando sus jóvenes facciones.— Está herida...

— No, no lo estoy. —Mintió Hanji de inmediato, cuando él le tocó la cara a duras penas.— Es tu sangre. Pero estoy atada...

— D-Déjeme intentar... —Pese a sus heridas, Moblit pudo incorporarse. Sólo entonces Hanji pudo notar el aroma a licor que desprendía, como si alguien le hubiese dado un baño en una tina rebosante de ron.— D-Dése la v-vuelta...

En otras circunstancias, Hanji le hubiese obligado a permanecer quieto y acostado, pero no podía quitarse las ataduras por su cuenta y debía usar las manos para tratarlo. Así que se giró y le dio la espalda al oficial, quien aún en la penumbra tenía una excelente visión.

Y debió ser así porque apenas vio sus manos, soltó un juramento.

— ¡Jesus! Hanji... —Era la primera vez que Moblit la llamaba por su nombre. La aludida apretó los dientes para no gritar cuando él intentó forzar la cuerda, pero no pudo evitar estremecerse.— Tienes las muñecas des... desgarradas.

Jack el destripadorWo Geschichten leben. Entdecke jetzt