Jessica tenía claro que él estaba prohibido. Que nunca podría mirarlo con otros ojos, por muchas razones. Era mucho mayor que ella, es el mejor amigo de su padre y el padre de su mejor amiga.
¿Complicado no?
Pero el destino tenía otros planes para e...
Termino de cerrar la última caja donde empaque mis cosas, miro a mi alrededor mi ahora habitación vacía. Suspiro con tristeza pues no pensé que sería tan difícil alejarme de la casa que me vió crecer.
Siempre quise cumplir mis sueños, tener mi propio apartamento y tener viajes inolvidables. Estoy comenzando por cumplirlo, pero no pensé que fuera tan difícil.
Ha pasado una semana desde mi visita a lugar que ahora será mi hogar, ese mismo día firmé el contrato e hice los primeros pagos. Desde entonces no he visto a Cassandra o su padre, me he alejado un poco para aclarar mi mente. Mi compañía durante estos días han sido mis padres y mis hermanos. Charlie y yo hemos compartido uno que otro mensaje con respecto a algunas cosas del apartamento. Es un buen tipo, mucho mayor que yo, pues no parecía tan joven como pensé, al menos hablando de la edad porque en el físico si lo parece. Tiene veintinueve años.
Escucho un suave toque en la puerta, mamá asoma la cabeza. Sus ojos rojos me dicen que a estado llorando.
- Han llegado los encargados de la mudanza, cariño -su voz se escucha triste, eso me rompe el corazón. Me pongo de pie para acercarme a ella- ¿No puedes quedarte unos días más?
- Mamá, no me iré muy lejos. Pasaré por aquí siempre que pueda y tú podrás ir allá a verme. Además son solo unos cuarenta minutos -la abrazo aguantandome las ganas de llorar. Sin embargo ella no puede hacerlo y termina llorando- no llores mamá.
- Cómo no hacerlo si mi bebé se va a mudar lejos de mi.
- Julie cariño, déjala - Papá la aleja de mi suavemente y ahora es él quién me rodea con sus brazos. Los encargados de la mudanza entran y saludan brevemente para luego empezar a llevarse las cosas- Nuestra hija es fuerte, hay que dejarla ser.
Papá después de nuestra conversación en su oficina cambió para bien. Aunque aún sigue siendo un poco estricto a aprendido a darme mi espacio y respetar mis decisiones.
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Despedirme de mis padres fue bastante doloroso, se sintió como si no volviera a verlos jamás. Y es que podía irme unos días de campamento o ha casa de Cassandra, pero nunca me fuí para quedarme en otro lugar permanente.
Mientras desempaco mis cosas en mi ahora nuevo hogar, sigo llorando como Magdalena. Tomo una servilleta para limpiar mi nariz y lágrimas. En ese momento escucho el timbre.
Me pongo de pie para ir hasta la puerta, al abrir me encuentro con mi sexy vecino. Porque vamos, estaré triste por haber dejado la casa de mis padres, pero la verdad no sé puede ocultar.
- Hey ¿Estás bien? -se acerca, en sus manos llevaba un plato tapado.
- Si, si -limpio mi rostro tratando de quitar todo rastro de lágrimas. Me hago a un lado para que pase, en cuanto entra cierro la puerta- Disculpa el desorden, apenas y arreglado mi habitación.
