Capitulo 48: La noche del final.

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Había sido una semana difícil. Extenuante, sobre todo después de ver a Charlotte, estar con ella. Eso siempre reforzaba su decisión de terminar con eso de una vez por todas. Quería verla bien, liberarla y al mismo tiempo, los días que le seguían a su separación eran duros. Tenía que resistir las ganas de salir de su deber y correr a su lado.

No era una tarea fácil.

Como tampoco era algo simple lo que se traían entre manos. El plan había funcionado, no habían estado equivocados, los antiguos compañeros de Emalene no la dejarían allí. No se quedarían con los brazos cruzados. Ya habían dado su primer paso introduciendo a ese hombre allí, el falso enfermo. Y esa misma noche atacarían, buscarían terminar con lo que habían comenzado meses antes.

Y ellos estaban preparados para enfrentarlos.

Todos preparados en sus posiciones, algunos deseosos y ansiosos por tener la oportunidad de disparar y descargar su desprecio por esas personas que iban en contra de los ideales que a ellos les habían inculcado toda su vida. Estaban allí no solo porque ser parte del Departamento de Seguridad Real daba cierto prestigio dentro de la sociedad y la paga era buena, sino, que los que se encontraban presentes esa noche, habían sido escogidos de forma especial, y por un grupo selecto que hasta incluía al propio rey, porque confiaban en ellos para proteger a los más inocentes y mantener a un país entero en paz y armonía, porque veían en cada uno algo excepcional y único.

Era mucho más que un deber.

Pero había algunos, como él mismo, que no deseaban tener que disparar. Querían acabar con eso, pero les gustaría que no hubiese muertes ni que nadie fuese lastimado. Había mejores formas de proceder, de manejar las cosas.

Y mucho se temía, que esa no sería la ocasión.

Desde su lugar, casi privilegiado podría decirse, observó como comenzaban a moverse. Ellos creían que por saltar parte de la seguridad de la clínica iban a lograr escapar. Varios hombres y algunas mujeres, todos reconocidos como intrusos se desplazaban aquí y allá.

Estaba seguro de que habían derribado a los custodios del lugar, incluso a esos encargados de la vigilancia desde el puesto central donde se chequeaban las múltiples cámaras todo el tiempo. Esperaba que no hubiesen pérdidas, pero avisarles no había sido nunca una opción. Era una misión secreta, hermética al máximo. Estaban decididos a que todo acabase esa noche.

Desde lo alto de la azotea en la que se encontraba, en un edificio continuo al hospital, relativamente bajo en comparación, Max y sus compañeros esperaron, contemplaron y deliberaron en silencio acerca del próximo paso a dar.

No se supo qué fue lo que ocurrió con certeza, pero de la nada, de un momento a otro, interrumpiendo los pensamientos de todos, es caos se desató. Fue como una tormenta de verano, de esas que se presentan sin aviso y con una agresividad que te quita el aliento. El ruido ensordecedor de los disparos que provenían desde todos los ángulos posibles y los gritos de los caídos, heridos o aquellos que trataban de dar órdenes, dominó el lugar por un tiempo que pareció eterno.

Max intentó refugiarse y enfocarse en lo que a él más le importaba.

Que nadie escapara. En especial una persona.

Estaba en ese trabajo cuando alguien tiró de su brazo para llamar su atención.

Frankie hizo una seña para que se levantara y lo siguiese ocultándose de la mira de sus oponentes.

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora