Epílogo

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La boda estaba en pleno auge, la novia radiante y hermosa bailaba en el medio de la pista con su recién adquirido esposo. No era una boda usual, aunque para ese momento, la familia Van Helmont ya no esperaba bodas tranquilas y corrientes.

Era un festejo y una unión que se había retrasado unos dos años y medio.

Después de tanto, Frankie y Lili estaban disfrutando de su boda. Un año antes había nacido su hijo, que había sido una sorpresa para todos. Pero a pesar de vivir juntos, no se habían unido en matrimonio.

La muerte de Nina los había golpeado muy fuerte a todos, e incluso casi tres años después, se habían sentido reacios a tener tal fiesta. Pero la vida debía de continuar, y por el bien de su hijo, que le correspondía tener a sus padres casados en todos los sentidos, habían cedido al fin.

—Déjanos relevarte —propuso Lexi con Kassie a su lado, mirando a Charlie y estirando los brazos hacia el bebé que Charlie tenía en sus brazos—. Tienen que bailar.

Keneth a pesar de tener solo un año, se había mantenido despierto y alerta más de la mitad de la noche y conservaba todavía muchas energías. Enseguida se prendió a los brazos de Lexi y dio patadas en el aire para que comenzara a moverse, alentado por Kassie desde abajo.

Charlotte los vio alejarse antes de poder abrir la boca y replicar algo.

—Lexi tiene razón, deberíamos bailar.

Sonrió al sentir un cosquilleo en todo el cuerpo cuando esa voz se deslizó por su piel, detrás de su oído. Era una sensación que solo un hombre en el mundo era capaz de procurarle y sería capaz de cualquier cosa por no desprenderse de él jamás.

Descansó la espalda hacia atrás, sobre el respaldar de la silla, pero mayormente sobre el brazo de Max, y ladeó la cabeza para mirarlo.

—¿Tú quieres bailar? ¿No te han cansado todas las demás con tantas vueltas? —Se burló, aparentando estar molesta pero con una sonrisa que no le era posible ocultar—. ¿Mis primas no han agotado tus ganas de bailar? No puedo entender cómo lo haces.

—¿Hacer qué? —Preguntó Max divertido.

—¡Encandilarlas a todas! Incluso mis tías te adoran, y mi madre, claro.

—Eso no es cierto.

—Claro que sí. Eres el héroe de la familia. En cambio yo… Tú familia todavía me ve raro y con temor. Como si yo… no lo sé… Tú sabes a lo que me refiero. No terminan de aceptarme, y ha pasado mucho tiempo.

Max la rodeó con ambos brazos y la atrajo hacia él, posando los labios en su mejilla y dándole un beso sonoro allí para luego moverse hacia su boca.

—La única razón por la que todos me han aceptado de esta forma, es porque saben lo mucho que te quiero. Lo hacen por ti.

Char frunció el ceño y colocó las palmas de las manos sobre su pecho para alejarlo. —¿Qué dices? ¿Qué yo no te quiero lo suficiente como para que tu familia me acepte a mi?

—No, no. Eso no es lo que quiero decir. —Se puso de pie y tiró de ella para que lo imitara, llevándola hacia el centro del amplio salón de baile del palacio que había sido acondicionado para el festejo. Recién cuando se detuvieron y pudo colocar las manos en su cadera y ella hizo lo mismo, pero alrededor de su cuello. Max se inclinó y apoyó la frente en la de ella—. Es diferente para mi familia. No es que duden de ti.

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora