Capítulo 9: A la hora del almuerzo.

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Ema sabía que eso ocurriría, pero así mismo, cuando Geraldine le dijo que se encontrarían con su hermano a la hora del almuerzo, sintió ganas de correr. Preferentemente en la dirección contraria a la que la princesa quería conducirla.

Sabía que hacerse amiga de Geraldine bastaría. Y sería lo más razonable. Pero acercarse a Robert sería distinto. Ella tenía sentimientos muy parecidos al enamoramiento adolescente hacia él, y nublaría su objetivo. Era un hecho. Y no podía permitírselo.

Aún así, no podía hacer nada para evitar contacto con él. No podía decirle a Geraldine que no deseaba ver a su hermano. Eso, sería bastante sospechoso.

-¿Estuviste fuera del país en todo este tiempo?- Inquirió Brad caminando a su lado. –Y quiero decir, en un país muy muy lejano. ¿Lejos del continente tal vez?-

La castaña lo observó interrogante.

-Todavía no entiendo cómo es que no sabes quienes somos. Quiero decir… Todo el mundo conoce a la hija errante del Rey.-

Dina soltó una risa.

-Que noble de tu parte al excluirte.-

-No nos llegaban muchas noticias al orfanato…- Comentó Emalene restándole importancia al asunto, y anotando en su cabeza que debería ir con cuidado con Bradley. Podía parecer un rompecorazones desinteresado, pero al parecer no era un completo tonto. La había observado durante toda la mañana, e incluso había manifestado que era extraño que compartieran todas las clases. Geraldine respondió a eso que era una magnífica coincidencia y Brad hizo silencio, pero algo le dijo a Ema que él sospechaba que algo no cuadraba.

O quizá solo era su paranoia, y el miedo a ser descubierta antes de cumplir su objetivo.

-Robert y Nina están cursando en la Facultad de Derecho a tres cuadras de aquí, pero quedamos en juntarnos para comer en un local a dos cuadras de aquí. No tienes problema en venir con nosotros ¿Verdad?- Ema abrió la boca para contestar, pero antes que pudiera decir algo, Dina prosiguió. -¡Genial! Rob se va a sorprender mucho.-

Y lo hizo.

Cuando Robert vio llegar a su hermana, él y Nina ya llevaban allí varios minutos.

-¡Rob!- La sonrisa de la rubia era tan brillante como siempre. Parecía no haber nada que irrumpiera en la felicidad de su hermana, y para él, era un alivio. No había nada más que detestase ver a las mujeres de su familia tristes, y Dios no lo quisiera, llorando.

Brad pasó a un lado de ella y se apresuró a sentarse.

-No me culpes a mí.- Le advirtió. –Fue idea de ella invitarla.-

Iba a preguntar de qué estaba hablando, pero cualquier cosa que pudiese haber formulado se escapó cuando alzó la vista.

Ella.

Ella estaba allí.

¡Y junto a su hermana!

¿Cómo podría Geraldine saberlo? No, ella no podría.

La chica de ojos azules. Casi la había olvidado por completo. La había conocido justo antes de que le dispararan a Charlie.

-Mira a quien me encontré Rob.-

Tiró de la mano de la joven hasta tenerla a su lado.

-Ema.- Soltó el príncipe observándola embobado. ¿Y cómo no podría hacerlo? Ella era… Perfecta. Y su voz…

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora