Capitulo 35: Cambios.

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Max contempló extrañado a Charlie todo el camino. ¿Qué le ocurría? Estaba callada, retraída y distante. No entendía ni recordaba haber dicho algo malo, es más, creía haberla alegrado y consolado un poco con la charla que habían mantenido antes de salir.

¿Pero entonces qué?

Esperaba que cuando llegasen a la casa de campo, regresara la misma Charlotte de siempre. Conduciendo el coche por el largo camino de entrada de la casa en las afueras de la ciudad, miró por el retrovisor y ella le devolvió la mirada pensativa como si no estuviese realmente viéndolo.

–Estamos llegando –anunció y no obtuvo respuesta inmediata–. Charlotte, ¿estás bien? Pedí que viniéramos solos para que te sientas más cómoda.

–Sí, sí –balbuceó–. Solo pensaba.

–¿En mi? –Inquirió deteniéndose cerca de una de las puertas de entrada de la casa. Se giró hacia ella y sonrió. A pesar de todo, había conseguido mantener su buen humor. Estaba convencido de que Geraldine aparecería sana y salva. Había muchos datos, muchos nombres, muchos recursos para encontrarla. Y si Emma seguía cantando como un gallo, seguirían obteniendo más información. Entonces Charlotte no tenía que sufrir tanto, no quería verla enferma por tanta angustia.

–¿Qué? –Jadeó, lo que lo hizo reír más.

–Solo bromeaba. Has estado muy callada, es alarmante –señaló saliendo del coche para abrir su puerta. Otro grupo de custodios estaban detrás y los habían seguido todo el camino. Se dirigió hacia atrás y le abrió la puerta.

Cuando estiró una mano hacia ella para ayudarla a salir y ella la tomó como de costumbre, Char se quedó mirando ese mismo lugar donde estaban tocándose. Era algo tan común, que hacían tan a menudo, pero al mismo tiempo se sentía distinto.

¿Era posible que algo dentro de ella hubiese cambiado tan de repente? ¿Pero qué era? ¿Por qué se sentía mareada, abrumada de tenerlo cerca?

Cuando estuvo fuera se soltó e inhaló y exhaló profundamente, con lentitud para intentar borrar esas sensaciones y pensamientos fuera de lugar. Max por su lado, le indicó a sus compañeros que fuesen a recorrer los alrededores y se dispersaran.

Lisa, el ama de llaves de la casa los recibió con calidez, feliz de tener a su niña de visita. Al parecer no estaba enterada de la desaparición de Geraldine y decidieron no contarle nada. Era lo mejor, Max vio como Charlie respondía como si todo estuviese bien luego del regreso de Kassie, y actuaba con la mayor normalidad posible.

–Es un día precioso –exclamó la señora–. ¿Por qué no les preparo un picnic y van a merendar debajo del árbol en la colina? O tus manzanos, Charlie ¿qué te parece? Necesitas tomar un poco de aire fresco, tanto tiempo encerrada en tu hermoso palacio no es bueno para la salud. Aquí el señor Nash parece una buena compañía, muy joven y guapo...

–¡Lisa! –Chilló Char y la mujer le guiñó el ojo.

–Tan solo la verdad, mi cielo, y no es la primera vez que vienes con él. –Y eso pareció recordarle algo e hizo que frunciera el ceño–. La última vez que estuvieron aquí, hubo bastantes problemas con tu padre, Charlotte. Robaron su coche, ese auto. El auto bendito.

–No lo robamos, lo tomamos prestado. Era una causa importante y luego regresó a salvo.

–Después de que lo dejaron abandonado –dijo mirando en forma acusadora también a Max.

Char suspiró. –¿Te gustan las galletas de chocolate, Maximillian? Las de Lisa son exquisitas, no hay nada mejor para esta hora del día. –No lo dejó responder y volvió a hablarle a la mujer cambiando de tema–. Tu idea de un picnic me parece magnífica, ¿puedes prepararnos algo para los dos?

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora