Capítulo 39: Cuando todos lo saben, excepto tú.

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Max se despertó sin recordar cuándo se había dormido. Miró a su alrededor para notar que estaba en la habitación de una clínica. La reconocía, era en dónde había estado Charlotte luego de que también le dispararan. Se movió solo un poco pero no pudo evitar sentir dolor en el brazo herido.

No sería tan estúpido como para levantarse, pero se preguntó porqué estaba conectado a una intravenosa si no había sufrido mayores daños. ¿O él estaba equivocado?

Cerró los ojos de nuevo para atenuar el dolor de cabeza y trató de no pensar en nada más.

No supo si pasaron segundos, minutos u horas, pero unas voces se oyeron desde el otro lado de la puerta y esta no tardó en abrirse.

—Puedes quedarte allí —señaló Charlotte apuntando hacia un costado de la entrada, del lado de afuera.

—Lo siento, pero esas no son las órdenes que recibí, miladi.

Max arrugó la frente volviendo a abrir los ojos. No había forma de confundir a Char, pero ese otro, ¿era su hermano John?

La joven bufó y se giró dejando la puerta abierta para que entrase detrás de ella.

En efecto, era John Nash.

—¡Ah, estás despierto! —exclamó viéndolo y recibió una mirada fulminante de parte de la princesa.

—No puedes hacer eso.

—¿Hacer qué, Alteza? —Inquirió sentándose en uno de los sofás en la esquina de la habitación, lo que provocó que Charlie abriera la boca con indignación.

—Eres un grosero y poco profesional. No has hecho nada bien desde que llegaste.

Max suspiró con cansancio, no estaban ayudando a calmar su dolor de cabeza, al contrario, lo estaban torturando.

—Ni una palabra más, John —pidió levantando el brazo sano—. Charlotte ¿qué estás haciendo aquí?

Ella lo contempló con las cejas levantadas y se sentó en la orilla de la cama, apenas apoyándose sobre el colchón.

—¿Tú qué crees? —Preguntó con suavidad—. No me he marchado desde que llegamos. No lo recuerdas ¿verdad? Una ambulancia se llevó a Eric y la otra te atendió a ti, pero como vieron que la bala no había salido, te trajeron al quirófano.

—¿Cómo es que no me acuerdo de nada?

—Estabas un poco… mareado. Habías perdido mucha sangre. Pero estarás bien —sonrió y apoyó una mano sobre la de él—. Unos días de reposo y luego el cabestrillo por un tiempo. No vas a poder trabajar, pero confío en que ¿todavía me harás compañía? Tenemos que volver a la investigación, esa maldita mujer volvió a escapar. No puede continuar así.

John dio un respingo.

—Yo no creo que…

—¡Cierra la boca! Nadie ha pedido su opinión señor Nash.

Max decidió cambiar de tema. —¿Cómo está Eric?

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora