Capítulo 43: Dudas.

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Estaba exhausta, no podía pensar en nada que no fuese lo mal que se sentía. El cuerpo le dolía en su totalidad y no había nada que la hiciera sentir mejor.

Miró a su alrededor preguntándose cuánto tiempo habría dormido. El sonido de la ducha abierta le dijo que quizá Rob estuviese tomando un baño y le dio la tranquilidad de que no se había marchado en busca de esa mujer de nuevo.

Tenía la esperanza de que lo hubiese entendido al fin, que hubiera comprendido cómo era ella en verdad. Al menos eso le había parecido antes, él ni siquiera se había girado para mirarla una última vez cuando todos estuvieron dentro del palacio.

Y no podía olvidar que había intentado protegerla con su cuerpo cuando Emalene había comenzado a disparar. Al principio no se había percatado de ese gesto, estaba tan nerviosa que su cabeza no era capaz de procesar todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Ahora lo sabía, era consciente del peligro que había corrido, de la locura que había cometido al enfrentarla. Pero eso era lo que había pensando en el momento en el que puso el arma en su bolso, ¿no? Enfrentarla y terminar con todo de una vez.

Y lo había logrado.

Quería sonreír, pero hasta los músculos más pequeños le dolían. Esos minutos de tensión le estaban pasando factura. Se había dado un baño y luego Rob la había abrazado en silencio hasta quedarse dormida.

 Se levantó y caminó por el cuarto, acercándose a la ventana. El cielo estaba oscuro ya, lo que le decía que había dormido por varias horas. No quería saber cuántas, eso solo le recordaría que no iba a poder dormir en toda la noche.

Soltó un pequeño suspiro y apoyó la frente en el frío cristal de la ventana. No podía creer que todo había terminado, no quería hacerse falsas ilusiones. Su hermano todavía luchaba por su vida en la cama de un hospital y eso no iba a solucionarse solo porque hubieran atrapado a la culpable.

Unos brazos la rodearon desde atrás, sobresaltándola por un segundo. —Has despertado —compuso Rob, atrayéndola hasta que quedó apoyada contra su pecho y buscó un lugar en la curva de su cuello para darle un tibio beso.

Nina inhaló su perfume, y cerró los ojos disfrutando de sus atenciones. Mentiría si decía que había algo que le gustara más que eso. Ellos dos juntos en esos pequeños momentos en que parecían una pareja normal.

No habían hablado de lo que había sucedido, apenas si se había dicho un par de palabras antes de quedarse dormidos y eso estaba bien. Por ahora.

—Es muy tarde ya. ¿Tú has dormido?

—Algo, es casi la hora de cenar. Iba a pedir algo, pero si te parece bien, ahora que estás despierta podríamos bajar y ver si tenemos noticias de Eric.

—Sí, me gustaría. Creo que tendría que llamar a mi mamá también. ¿Crees que se haya enterado?

No necesitó explicar el qué, él lo entendía perfectamente.

—No lo sé —susurró apoyando el mentón en su hombro—. Dudo que le hayan contado. No creo que muchos lo sepan.

Hizo una pausa bastante larga. Ninguno se movió y lo único que podía oírse era el sonido de sus respiraciones, suaves y tranquila.

La poca iluminación del cuarto ayudaba mucho a esa escena, también.

—Nina yo… —Empezó a decir él, pero ella lo detuvo girándose y enfrentándolo. Alzó los brazos para sujetarle el rostro entre sus manos y lo obligó a mirarla y escucharla.

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora