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La noche pasó entre risas y risas por parte de Bayron. No hacía sino mirar la película que había puesto en el televisor y reía. No me incomodaba para nada su risa pero no entendía por qué lo hacía, tal vez no le presté atención a la película o estaba un poco amargada.

Cabe resaltar que me llamó cuando ya había preparado la comida, dejándome completamente descolocada. Hizo una carne con un guiso en salsa roja. No sé qué tenía o si le echó el quiéreme, el caso es que sabía muy rico. Solo esperaba no amanecer enamorada de Bayron.

Uno nunca sabe.

Comimos en su habitación, él mirándome, yo mirándolo. La situación me parecía demasiada extraña pero me gustaba. Después de que terminamos de comer propuso poner una película, yo aprobé diciéndole que me prestara una de sus camisas. Me prestó una bastante cómoda y cuando salí del baño con ella no hacía sino sonreír. No sé que le pasaba, creo que estaba drogado. Mentira, es que nunca lo había visto sonreír así.

La película empezó a reproducirse en el televisor, sentados en la cama y deseosa de tomar su pecho como almohada, preferí recostarme en el espaldar de la cama. Él en cambio miraba con mucha atención la película y su postura siempre fue muy relajada. Me decidí acostar después de un largo rato de estar sentada, su respiración chocó con mi cara al momento de él voltearse y mirarme por un determinado tiempo. Volteó y suspiró, no entendí nada en ese momento, pero minutos después empezó con su ataque de risa, a lo cual yo lo miré con rareza, pero se reía tanto que después me la contagio. No sé en qué momento me dormí, pero si estoy conciente que pasé casi toda la noche mirándolo y no presté atención a la película.

Ahora ya es de día. Creo que me he pasado de conchuda al estar en su casa por tanto tiempo y quitándole de su comida, además de que él es quién la preparara y no me ha dejado ayudarle en nada. Hoy quiero sorprenderlo preparando el desayuno, por agradecimiento supongo.

Me levanté cautelosamente cuidando de no despertarlo, en serio creo que merece descansar. Salí de la habitación cerrando la puerta paulatinamente y ahora me encuentro en la cocina batiendo huevos. En la estufa se termina de hervir agua para el café y en la sanwichera se están preparando los sandwichs, lógicamente. No se van a estar lavando los calzones.

Aunque sí reconsidero la idea de lavarlos. Creo que ayer me mojé de tanto ver a Bayron reírse. Raro, lo sé.

Salgo de mis pensamientos cuando escucho un carraspeo de garganta atrás. Inmediatamente volteo la cabeza encontrándome a Bayron sin camisa y cara adormilada, achica los ojos y abre la boca bostezando.

Vuelvo a voltear la cabeza y dejo los huevos batidos en el mesón.

—Quería sorprenderte llevándote esto a la cama. Me dañaste la sorpresa—acuso.

—Entonces hagamos como que esto no pasó—río cuando lo veo hacer el amague de subir las escaleras.

—Ya qué, ya la cagaste—aseguro riendo. Él se devuelve mirándome.

—¿Qué hacés aquí, flaca?—pregunta lo obvio. —O bueno realmente ya sé qué estas haciendo—asiento, escucho sus pasos acercarse. —El caso aquí es que, ¿por qué te paraste de la cama si tienes prohibido acercarte a la cocina a preparar comida?

Abro la boca fingiendo estar dolida, él se queda a mi lado recostado en el mesón y viendo todo lo que hgo.

—No sabía que tenía prohibido venir a la cocina—respondo. —Pero bueno, quería ayudarte. Siento pena de haber estado acá por tanto tiempo, ya prácticamente son dos días seguido.

Él vuelve a bostezar negando con su cabeza. Después me mira incrédulo.

—No tienes por qué sentir pena. Eres bienvenida siempre.

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