[28]

7 1 0
                                    

Toco la puerta con insistencia. Mis dedos pegan a la madera de esa café puerta esperando que ese estúpido langaruto abra una vez por todas.

Suspiro cuando veo que no abre. Es lógico, un viernes, de noche. Debe estar revolcándose con una de las muchas que se lo 'menean bien'. Bufo.

Esto no puede ser celos ¿verdad? Esta sensación tan extraña que me causa furia en mi estómago no es eso. No, obvio no.

Ruedo los ojos.

Sigo insistiendo, no me rendiré hasta que tumbe esta puerta. Porque la disposición que tengo hoy no la tendré mañana, de eso estoy segura.

Literal estaba a punto de patear la puerta de rabia hasta que escucho una adormilada y ronca voz decir ya va.

Oh mierda, no es normal que eso me haya excitado.

Sé que está a punto de abrir cuando escucho que da vuelta a la perilla. Suspiro alargadamente y alzo la mirada lentamente, empezando desde su desnudo abdomen con una estorbosa sudadera y finalizando en sus ojos, que se encuentran entrecerrados en dirección a mi cuerpo. Primordialmente lo recorre con sus ojos sin ninguna expresión, creo que todavía está muy dormido. Lo confirma cuando llega a mi cara y se estriega los ojos.

—¿Estoy soñando?—relame su labio y y vuelve a mirar mi vestido.

Me acerco dando un doloroso pellizco en su brazo. Este arruga sus cejas.
—¿Esto te parece de sueño?

Pareciendo que ya lo hice despertar completamente, me mira fijamente, detalla toda mi cara y después asiente.

—¿Qué haces aquí, flaca?—muerdo mi labio al escuchar que todavía de sus palabras no ha quitado el flaca.

Lo observo profundamente. Sintiéndome en casa, queriendo hacer lo que he deseado durante una semana. Verlo así tan... mierda, ¡caliente! No ayuda mucho.

—Que estoy cansada de fingir—suelto.
—Seamos libres de una puta vez, dejemos que el mundo arda si es posible—asiento, acercándome un poco más. —Pero seamos nosotros—deslizo una mano por su expuesto abdomen y lo miro, él me mira tan fijo que la cordura se me va a la mierda. Trago grueso y estampo desesperadamente mis labios contra los suyos, atraigo su labio inferior y lo chupo, él no tarda en responder cuando me entra más y cierra fuertemente la puerta, pegandome contra la pared y dando paso para que nuestros labios jueguen entre sí, los muerdo y él me los chupa, los succiono y este los atrae. Sus manos se van deslizando por mi vestido hasta llegar a la punta de este mismo, lo sube un poco y me empieza a toquetear, estrujandome, apoderándose de mis nalgas y tocandolas a su gusto, a su perfecta manera.

—Flaca—jadea sobre mis labios, gimo cuando siendo sus grandes manos acariciar mi cuello y separar sus labios de mi boca para besar mi mandíbula, va subiendo por mi oreja y chupa el lóbulo. Arqueo mi espalda sobre la pared y echo mi cabeza hacia atrás. —¿Qué es esto?—pregunta separándose completamente, mirando a mi cuello y después mirándome a mí. Arrugo mis cejas sin saber a qué se refiere y recupero mi postura.

—¿Qué?—pregunto. Él empieza a acariciar una parte de mi cuello. Oh, no puede ser.

—Hay un morado—dice y aprieta la mandíbula. —¿Quién te lo hizo?—su mirada es tensa.

—Es...

—Mierda, eso está muy feo—asegura. Lo sigue acariciando y su mirada no se aparta de ahí.

—Debo contarte algo, Bayron—digo queriendo soltar todo. Lo separo de mí y este asiente esperando a que hable. Trago grueso. —A mi celular estaban llegando unos mensajes asquerosos y completamente absurdos—niego con la cabeza. Él solo detalla cada parte de mi cara.
—Eran de Iker, el tipo que se acercó a saludarte en la reunión de bandas—arruga sus cejas poniendo una mano en su cadera. —Él me empezó a acosar diciéndome que quería contarme algo sobre ti, unas mierdas ahí que no logro acordarme. Solo hablaba de ti, parecía obsesionado en hacerme tener una mala imagen tuya. Lo bloqueé varias veces evitandolo pero sus mensajes por alguna extraña razón me siguieron apareciendo.

Bandidos. Where stories live. Discover now