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—¡¿Un mocoso!?—la expresión de mi abuela se abrió en horror. Bayron reprimió una risa y yo sonreí.

—O una mocosa.

Ella me detalló de arriba a abajo, después paso a Bayron, también lo miró de arriba a abajo y después soltó un suspiro exagerado.

—Yo si decía, te vi más gorda y desproporcionada...—me volvió a mirar.

—¡Abuela!

Ella negó con la cabeza.
—Ojo de loca no se equivoca—entrecerró los ojos.  —Pero bueno, supongo que felicitaciones.

¿En serio?

—Abuela, mis oídos querían escuchar algo mejor...—soné depecionada.

—Ay, boba. ¿Qué querés que te diga? Ya claro está que una charla de sexo con condón no te puedo dar, ¿pues qué me queda? Decirte felicitaciones, cuquisuelta sinvergüenza.

Bayron al lado mío, soltó una risa ronca por lo que la mirada de mi abuela viajó hacia él. Inmediatamente se quedó serio.

—Si sale como su papá de querido, lo aceptaré—dijo y Bayron rió más. Abrí la boca ofendida, negando con la cabeza. Mi abuela es la sinvergüenza realmente.

—¿Osea que si sale como yo, no?—pregunté queriendo recuperar mi emoción.

—Pues... Me costará pensarlo—sonrió al decirlo. Hice pucheros y ella me atrajo hacia ella, dándome un abrazo y después pegándome un cocacho en la cabeza. —Me alegra saber que vendrá una criatura de ti, mi vida. Felicitaciones—susurró en mi oído.
—Ya era hora que trajeras alegría a esta vieja amargada.

Me separé negando con la cabeza.

—¿Cómo has estado, abuela?—pregunté al verla un poquito más viejita. Suspiró exageradamente y se encogió de hombros.

—La vida de una vieja como yo, es aburrida—torció los labios. —Pero estoy viva que es lo importante.

Asentí brindándole de mis mejores sonrisas.

—Y usted, joven, me va a explicar cómo es eso que le abrió las patas a mi nieta y le encargó un regalito—se dirigió a Bayron y en vez de morirme de la vergüenza me reí. Ya estaba acostumbrada a sus comentarios anormales.

—¿Cómo? ¿Quiere detalles?—susurró Bayron por lo bajo. No pude evitar reír más, gracias a la sordera de mi abuela no logró escuchar. Pero esta, sin una pizca de vergüenza, lo recorrió con sus ojos, estos eran expectantes y muy detalladores.

—¿Usted la quiere?—abrí mis ojos en par patadas. ¡Mi abuela no podía estar preguntando eso!

Bayron sonrió de lado, cruzó la mirada entre mi abuela y yo. Lo miré expectante, es decir, esto es algo que no esperaba que respon...

—Muchísimo—asintió con la cabeza. —Yo quiero muchísimo a esa flaca.

Casi se me cae la mandíbula.

—¿Flaca?—por supuesto que el tonito irónico de mi abuela no se iba demorar en aparecer. —¿Dónde? Yo la veo toda gorda y... Es que por ningún lado está flaca.

Esperaba que eso no fuera cierto.

—Siempre ha sido mi flaca—aseguró Bayron. Quería llorar.

—Y él mi langaruto—solté con una sonrisa.

Mi abuela asintió ante mi comentario.
—En eso si estamos de acuerdo, es un langaruto.

Me reí fuertemente. ¡Mi abuela era muy confianzuda! Bayron también rió.

Bandidos. Where stories live. Discover now