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Bayron.

—Dejá de lanzar comentarios soeces cuando ella esté, controlá tu calentura—suelto mirando fijamente con disgusto a Niche. Él hace con sus manos un gesto de rendición.

—¿Ustedes tienen algo?—pregunta Sebas. No sé qué le incumbe, pero me reservo la respuesta ignorandolo y haciendo como que no escuché.

Iván me mira sin ninguna expresión.

—¿Y no se ha levantado?—pregunta Niche mirando hacia el pasillo de las habitaciones.

—Están muy interesados en ella, ¿o qué?—pregunto mirándolos raro.

Estos niegan con la cabeza y comen de su arepa con queso. Asiento, intentando creerles.

Ya amaneció, ayer ella cayó tan rendida que ni siquiera se dio cuenta que su habitación comparte baño con la mía y que la estuve mirando casi toda la noche mientras le daba gusto a mi amiguito. Después del rico beso en aquel salón de entreno no volvió a salir de su habitación. Ahora es un nuevo día y espero verla salir de una puta vez por esa puerta porque o si no me veré en la obligación de ir a buscarla.

Como si la vida me estuviese haciendo un favor o ella hubiese leído mis pensamientos, la veo venir caminando por el pasillo. Mis ojos no dudan en detallarla de piez a cabeza desde la distancia, trae puesto un vestido de baño color morado de dos piezas, en la parte de abajo tiene una falda de salida de baño que la cubre solo un poco, pues destapa su pierna  por un lado. Tiene el cabello recogido en un bollo mal hecho y camina hacia nosotros con los pies descalzos. Recuerdo cuando escogí esa vestido de baño para ella, sabía que se le iba a ver perfecto. Acerté.

Creía que venía hacia nosotros cuando se tira a la piscina soltando un grito de alegría. La miro sonriendo desde el kiosko, por supuesto que los demás babosos también la miran embobados.

La distancia del kiosko a la piscina no es mucho, unos cuantos metros y te puedes lanzar directamente. Ahora que la veo ahí quiero hacerlo también de cabeza y sin casco. Me levanto del asiento y empiezo a levantar mi camisa, solo que de un momento a otro ya no la veo en la piscina. Mierda. Corro porque pienso que se está ahogando, pero entonces cuando me acerco por los alrededores de la piscina siento un empujón que me lanza inmediatamente. Salgo del agua y paso las manos por mi cara mojada, cuando me seco el agua de los ojos la veo reírse y lanzarse.

Los demás estúpidos empiezan a hacer bulla como "Ay, miralo ve, tan malote que se ve y lo lanzan a la piscina" "te falta hacer ejercicio para que no te lanzen así de fácil" "flacuchento" . Los ignoro, la flaca camina lentamente por culpa de la piscina pero después llega a mí riéndose.

—Estás buscando que te lleve a la parte honda de la piscina y te haga ahogar—digo mirándola, ella suelta su cabello haciendo pucheros. Me saco la camisa y la tiro afuera, cayendo seguramente en el pasto.

—¿No harías eso, verdad?—pregunta haciéndose a mi lado y apoyándose en las barandas de la piscina.

—¿Acaso no sabes nadar?—pregunto burlón. Ella ríe irónica como si lo que acabase de decir hubiese sido una ofensa.

Desmotrandome que sí sabe, toma el impulso y empieza a nadar lejos de mí. Veo como nada hasta que llega a la otra punta de la piscina. Aprovecho para nadar por debajo del agua y cogerla de imprevisto, nado tan rápido que en un par de segundos llego a donde ella, pero como estoy por debajo le toco las piernas. Inmediatamente se corre quejándose.

—Ahora nada en la parte realmente honda—propongo.

—No me atrevo—alzo mis cejas por su confesión. —Arriesgate tú.

Bandidos. Where stories live. Discover now