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Bayron.

Ya han pasado dos semanas y la verdad es que no me he inmutado ni un mínimo, no quiero que la banda de Nix sospeche algo. Esa es mi manera de demostrar que estoy dejando todo a un lado, pero no saben que todos estos días que han pasado después de la muerte de Chalo me han servido para hacer algunas observaciones y contras sobre el plan que tengo pensado.

Y sí. Obviamente quiero que ellos crean que dejé todo así, que eso es cuento del pasado, pero por favor, están hablando con Bayron, tarde o temprano va a aparecer. Y cuando aparezca, va a ser arrasando con todo.

—Primer punto—observo el papel que tengo entrelazado en mis manos, cojo el lapicero que mordía con mi boca y lo sostengo con la mano. —Cumplido.—le hago una X grandísima para saber que ya está.

—Segundo punto del plan—miro el papel sonriendo malicioso.

Precisamente cuando estoy por hacer la llamada, Iván llega con él arrastrado. Éste trae puesta una capucha con su cara totalmente tapada.

Lo deja arrodillado justo enfrente de mí y se va, saliendo por la puerta. Pedí que esposaran sus manos, así que está totalmente expuesto e indefenso a mí.
Pero esa no es mi prioridad. Sólo hay una parte del plan cumplida y sé que pronto se unirán las piezas para culminarlo exitosamente.

—Pero mirá a quien tenemos aquí...—digo mientras con mis manos quito su capucha y dejo al descubierto sus ojos. Éste me mira con rabia.

Nix.

Me asomo por el balcón de mi departamento, el día está gris. Está opaco. Parece que siente lo mismo que yo ahora. Entro a la sala dispuesta a cojer una cerveza cuando el sonido de mi celular me hace frenar. Lo levanto del nochero y miro quien es. Daniel. Lo descuelgo y me lo pongo en la oreja mientras camino hacia el refrigerador.

—Quibo.

—Oe—se oyen otras voces junto a él.

—¿Para qué soy buena?

—Para todo. Pero ese no es el caso,—ruedo los ojos. Abro la cerveza con la llave y tomo esperando a que continúe. —Stiven no aparece por ningún lado.

—¿Y?... Debe estar por ahí revolcándose con una sucia de esas que le gustan. No sé que tiene de raro.

—No, Nix. No entendés, es que yo ya lo fui a buscar a todos sus metederos pero él no está. Parece que se lo hubiera tragado la tierra.

Tomo otro trago de cerveza y suspiro. —Buscalo bien, debe estar por ahí. Si él mantiene aplicando la de Elif.

—Sí. Pero se me hace raro, nosotros quedamos de encontrarnos hoy aquí en mi casa. Y ya han pasado más de cinco horas desde que quedamos y no llega. No contesta tampoco.

—Dejamelo a mí—cuelgo y dejo el celular en el nochero mientras me termino la cerveza.

Otra llamada. Número desconocido. Contesto.

—Que placer auditivo me produce escucharte—dice la otra voz con un marcado y arrastrado acento paisa.

—Lástima no decir lo mismo—contesto aún sin saber quién es.

La otra voz ríe. Susurra algo pero no logro escuchar. Se queda callado.

—¿Quién sos?—me decido por hablar ya que él no dice ni mu.

—Entre menos sepas más vives.

Ahora yo soy la que río.

—Tengo a tu parcero.

Bandidos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora