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Caminábamos con pasos lentos y cansados por el pasillo del apartamento de Bayron. Él abrió su puerta e inmediatamente entré tumbandome en su mueble.

Él por supuesto traía todas las maletas.

—¿No se supone que lo primero que deberías hacer es cagar?—preguntó confuso, cerrando la puerta.

Bufé.
—No es cuestión de hacer el dos, me duele todo.

—Ya te dije que mañana a primera hora vamos al médico. Y si hablamos de números, cuando quieras puedo ponerte en cuatro.

Arrugué mis cejas. El viaje sí que nos tenía hablando bobadas.

Estaba segura que quería ir a dormir cuando un toque muy inmoderado y parecedor de un animal se hizo presente en la puerta. Fruncí mis cejas, ¿quién en sus cabales podía tocar así?

Bayron, -también confuso- abrió la puerta. Por esta entró un surfurado y afanado Iván. Al entrar fijó su mirada en mí y ni siquiera saludó cuando empezó a soltar su mierda a Bayron.

Esperen, esperen. Si no estoy mal... ¡Estaba hecho una mierda! Su mejilla tenía moretones grandes y su frente tenía heridas, en sus cejas había cortes y su aspecto era una mierda.

—¡Hasta que por fin se digna a aparecer el perdido!—gritó, pero de una manera irritable.

—Uy, ¿qué te sucedió? Estás hecho un asco—soltó Bayron.

—¡¿Que estoy hecho un asco!? ¡¿Sabes por qué!?—preguntó, su mirada reflejaba odio, rabia. Ese no era el Iván que había conocido. Este era aletoso, no era un puto esclavo—¡Por vos, Bayron! ¡Esto me lo hicieron por vos! ¡Por cubrir tu puto culo!

Bayron pareció confundido, se acercó a ver su cara llena de morados pero Iván se corrió como si quemara.

—¡Y ya me cansé! ¡Me mamé! ¡No soy un puto esclavo!—lo dijo y me miró. Ups. —¡Me largo de esta puta mierda de organización! ¡Quedate en la quiebra, enfrentá tus problemas solo, no me busqués más!—señaló con su dedo a Bayron. —Ya es hora de que te hagás responsable.

Creí que se iba a dar la vuelta e irse completamente, pero la voz de Bayron lo detuvo y no se lo permitió.

—¿Quiénes fueron?—preguntó. Iván estaba de espaldas y dio un largo suspiro. No se inmutó ni siquiera en voltearse cuando respondió, dejándome helada.

—Iker y su banda.

Mi corazón latió a mil y en mí brotó la sensación de saber que no hice bien las cosas, de que tal vez si hubiera tenido más control, más fuerza... Esto no podía estar pasando. Negué con la cabeza.

—¡Iker está muerto, yo lo vi muerto!—quería soltarlo para mí pero por la mirada de Iván creo que la solté para todos.

—Pues viste mal. El muy hijo de puta fue capaz de encerrarme en su puta bodega y torturarme, exigiendo verlos y darles su ubicación—se rió sin gracia. —Así que háganse cargo. Suerte.

Y sin más se fue. Nos dejó en un total silencio a Bayron y a mí.

Subí mi mirada y la centré en Bayron, que me miraba indescifrable, yo negaba con la cabeza con lágrimas en los ojos.

—Yo lo maté—solté en un hilo de voz.
—Él... Él...

No pude soltar más cuando los brazos de Bayron me rodearon. Lloré con fuerza. No podía creer que esto me haya salido mal. Yo...

¡Mierda!

Le pegué puños al pecho de Bayron, que los recibió entendiendome, en mí solo habitaba la frustración.

Bandidos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora