[8]

13 1 0
                                    

Murmura algo sobre mis labios. No sé qué tiene ese sonido que hace que mis piernas tiemblen. Él integra la lengua al beso con las manos en mi cintura, agarrándome descaradamente una nalga. Sus labios saben a cigarrillo combinando con trago, tienen un sabor amargo pero a la vez tan delicioso y especial.

Por medio de su desespero puedo ver que está ansioso, está más prendido de lo normal y eso lo hace irresistible. Pero no me puedo desconcentrar y caer como una perra en sus encantos. Jamás de los jamases. No niego que sus labios saben a gloria, pero ya es hora de parar.

Pongo mis manos entre su pecho y mis tetas, lo empujo rápidamente y lo separo de mí. Él queda desconcertado y se sostiene sobre una mesa totalmente perdido, no sabe lo que pasó. Está tan perdidamente borracho que no sabe ni quién es.

Su mirada está tan perdida como él, mira hacia abajo mientras se sostiene con las manos atrás. Alza su mirada lentamente y sus ojos rojos y maliciosos me miran con rareza, como si no se creyeran lo que acabó de pasar.

Está callado mirándome, parece que estuviera hundido mientras su mente divaga en mi figura. Pasan unos cuantos minutos de él estar mirándome y yo esperando a su reacción. No dice nada. Pero entonces sonríe. Es una sonrisa estúpida, una sonrisa boba, una sonrisa de borracho.

Se acerca en zic zac con pasos torpes e inseguros. —Ya traigo tu comida—dice arrastrando sus palabras y fijando rápidamente sus rojos ojos en mis labios.

Se voltea caminando como un marica, espero a que salga para asimilar bien que fue lo que pasó. Desaparece después de caminar lentamente hacia la puerta.

Estúpido langaruto.

Bayron.

Salgo de ese sótano completamente desorientado. Mi cabeza da vueltas y estoy más mareado que cuando meto alguna droga fuerte. Sí que me pasé de tragos, un poquito solamente. Pero no pensé que me diera para besar a la flaca.

Pasó.

Mierda, no lo disfruté.

Necesito estar en mis cinco sentidos para poder saborear bien sus labios y sentir lo rico que son. Sin embargo quedé embobado, fue un beso no tan largo pero que hizo que me calentara más.

Mientras camino con pasos lentos pongo los dedos en mis labios, sintiendolos completamente secos e inflamados. Sonrío imaginándomela besándome, cerrando sus ojos, queriendo sentir su aroma.

Bajo los dedos de mi boca cuando llego hasta la sala que es donde están todos emrumbados y alzando sus cervezas. Intento localizar con mis ojos a Iván pero no lo veo, doy dos pasos más y es cuando lo noto en un rincón tomándose su guaro mientras mira hacia la nada.

Camino hacia él, seguramente ve una sombra en su visión porque sacude la cabeza y me mira curioso.

—Necesito que por favor vayás al sótano y le llevés una bandeja bien llena de comida a la flaca. Asegúrese de que coma y déjela bien. Hasta que ella no termine no se viene.

—Listo.

Se levanta, sus pasos parecen más seguros que los míos. Este no se prende con nada, veo como camina por el largo pasillo y desaparece.

Me siento en el lugar que Iván estaba hace unos minutos. En la mesa de al lado hay aguardiente, la alzo y me vogo esa botella. La bajo dejándola en la mesa, y en mi mente se cruza esa flaca. Mis párpados pesan como si mis ojos ya estuvieran muy chiquitos por la tomadera, pero perfectamente en mis pensamientos aparece ella. Se ve hermosa, uno de esos pensamientos es en su vestido, se le veía jodidamente caliente y al mirarla, solo pensamiento sucios se me venían a la mente. Quisiera pararme de esta puta silla y hacerla gritar en mi cama, pero ella no es fácil y sé que no se va a dejar. No creo que pueda soportar tanto, no puedo con esa flaca. Me está enloqueciendo.

Bandidos. Where stories live. Discover now