[12]

11 1 0
                                    

—Lo prometido es deuda, flaca—susurra atrás mío con el mentón en mi hombro, yo estática porque no puedo ni siquiera empujarlo, siento esa fuerza mayor detrás de mí. Lo siento, siento su pantaloneta de playa rozar con mi culo. Él piensa que estoy dispuesta a caer en sus encantos, pues no. Sus manos me rodean la cintura, me está abrazando por detrás.

Con mi mismo culo lo empujo hacia atrás. Siento que utilicé la fuerza suficiente para hacerlo correrse y separarlo de mí. Me volteo encarandolo, sonrío acomodando mis gafas de sol por mis senos. Él me mira, creo que le da un recorrido rápido con sus ojos a mis piernas.

Estoy justo donde no quería estar. En una playa, nada más y nada menos que en Cancun. Es un encanto, de verdad estoy impresionada con su hermoso mar y su vista espectacular.

Cruzo mis brazos, él me da una última mirada y se va, caminando hacia su esclavo Iván. Me quedo parada viendo como camina todavía con su camisa y pantaloneta puesta. Para qué negarlo, pero sí quiero verlo sin nada. Lo veo llegar a donde Iván y sentarse junto a él. Ahora estos dos están sentados hablando de no se qué, con sus culos en la arena de playa y siendo observados por casi todas las mujeres que permanecen aquí en estos momentos. No las juzgo, ando con dos hombres bien sexys. Pero es algo que nunca voy a decir a voz populi.

Estoy seguro que ellos ya no me ven. Están sentados a una distancia lejana viendo a cuan mujer pasa y se tira al mar haciéndolo a propósito para que ellos las vean. Hasta ahora ninguno se ha tirado, ¿por qué no empezar yo?

Camino hacia ellos descalza y levantando la arena que choca con mis pies. Hace un clima cálido, caluroso. Es un buen día para disfrutar del mar. Lentamente voy levantando mi camisa, haciéndolo muy seductoramente mientras camino, mis pasos se dirigen a donde se encuentran ellos sentados. Paso la camisa casi transparente color gris por encima de mis hombros y la saco por la cabeza. Estoy enfrente de ellos, que me observan estáticos, sus ojos están puestos en mí. O mejor dicho en mis tetas.

Tiro mi camisa hacia ellos, esta cae al lado de Bayron. Sonrío maliciosa y me volteo caminando hacia el mar, mojo mis pies en la orilla. No sé cuánto tiempo paso mojandolos, esta sensación se siente lo más de bien. Estoy tan concentrada viendo como las olas llegan hasta mis pies y se devuelven y vuelven, que no me doy cuenta sino cuando me empujan bruscamente.

Saco mi cabeza del agua y con las manos quito el pelo de mi cara. Veo a Iván riéndose mientras se mete caminando hacia mí. Es una imagen provechosa para ver, ya lo he dicho, este poste con patas tiene su gracia, tiene el pelo bajo, no tiene ni un copete ni una cresta o algo por el estilo para parecer estúpido, tiene su pelo bajo. Es un peluqueado poco común ahora en este siglo y que no está de moda, pero lo hace ver simpático. Sus ojos son un poco achinados, los ojos y labios son lo que más me gusta de él. Camina hacia mí por medio del agua con sus ojos chiquitos por la risa, su sonrisa es otra de sus ventajas. Su pecho está al descubierto y se nota algo marcado. No es de los tipos con músculos extremadamente definidos pero en sus brazos sí se le ve que se esfuerza para conseguirlo. El agua cubre su parte de abajo pero sin embargo mis ojos van hasta allí. Parece que trae una pantaloneta color rojo, el agua lo refleja.

—¡Por aquí venís, estúpido poste con patas!—grito mientras lo veo caminar. El agua no ayuda mucho para que llegue rápido hasta mi lugar, porque su fuerza hizo empujarme lejos.

Ahora está enfrente mío y se ríe.
—Yo también tengo apodo—dice alzando sus cejas—Interesante.

—Interesante esta ahogada que se te aproxima—digo poniendo sus manos en el cuello y con todas mis fuerzas lo bajo hasta el agua. Dejo su cabeza un rato metida en el mar hasta que me canso. Él sale tosiendo y mirándome mal.

Bandidos. Место, где живут истории. Откройте их для себя