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Bayron.

Después de dar un montón de explicaciones de mierda a Hellen, me encuentro sentado en el mueble de mi oficina totalmente exasperado y con rabia por esa discusión de solo minutos. Mierda, es qué no sé desde cuándo soy un man amarrado a una hembra, se supone que un amigo con derecho no tiene que dar explicaciones y eso ella parece no entenderlo. A veces me saca de casillas.

Paso la mano por mi cara y la dejo en mi mejilla, seguramente quedó roja después de semejante cachetada. Suspiro y me recuesto en el mueble relajandome. No puedo permitir que ella venga y deshaga con mi ánimo. Siempre lo he mantenido bien alto y ahora no por ella, va a decaer. No lo permitiré.

Cierro los ojos echado completamente para atrás. Intento relajarme pero esa imagen de Hellen furiosa y pidiendo una explicación como cual novia celosa me la pela. Aunque en parte entiendo que se haya ido enojada. No sé si fue muy correcto lo que le dije, pues por ejemplo, su ego lo hice bajar.

—¿Me vas a decir de una puta vez qué es lo que hace esa chica acá? Osea, ¡a ella si la dejas quedar cuando a mí nunca! ¿Qué te pasa? ¿Vas a permitir que ella acabe todo esto? ¿Que ella nos destruya?

—¿Cuál es la rabia con ella? Ella no te ha hecho nada, ni siquiera sé porqué haces este puto escándalo solo por verla aquí. Ya te dije, es parte de mis planes, ella no es más que una puta aliada. ¿No entiendes?

Ella tuerce los ojos, después me mira fijamente y aprieta los dientes.

—¡Que me da rabia, ¿ya?! Me da rabia que ella esté aquí, y tú nunca me has dejado quedarme en este lugar... Y con lo bonita que es, dudo que solo la quieras para aliada.

En ese preciso momento estaba que la acurrucaba y la abrazaba. Pero ella como siempre cagando momentos, me detuvo el impulso soltando un mar de veneno.

—¡No quiero! Simplemente no quiero que ella esté aquí. O la retiras de este lugar o me voy. No quiero verla ni un minuto más aquí. La única mujer que puede pasar así sean horas acá, soy yo. Soy la única y no voy a dejar que esa loca de mierda me aparte de ti.

Río sarcástico.
—¿Ahora te estás haciendo la buena novia, una buena amiga con derechos? ¡Pues no! Siempre has venido aquí solo para chuparmela o para que yo te dé el placer que deseas. Pero te vas y yo también tengo una vida, así como tú, yo sé que no soy el unico al que se la andás meneando. No sos una santica y de eso me dí cuenta hace mucho. Así que no te vengas a hacer la muy digna. Yo también tengo derecho a vivir, así que ahora no vengás con tus estupideces, porque la verdad ya me estás hartando con tus reclamos de una novia digna. Relajate que tú y yo oficialmente no somos nada. No sé porqué lanzás tanta mierda.

Ella abre su boca, no sé si es cosa mía pero creo que se le encharcan los ojos de lágrimas. 

—¿Qué? —ella se acerca y sus ojos cristalizados me miran fijamente. Después escucho un sollozo.

—Ay no...

—¡Cállate! ¿Cómo te atreves a decirme perra? A la mujer que te ha dado el puto cielo mientras te lo chupo. ¿O me lo vas a mentir? ¡Jamás se lo he chupado a alguien más! ¿Quién crees que soy, estúpido?—y pum, su mano pega fuertemente en mi mejilla. El ardor queda ya que la fuerza que utilizó fue muy potente. ¡Estás malditamente loco! ¿Y sabes qué? ¡Quédate con esa perra! No creo que sea capaz de soportarte y aprovechando que estamos sincerandonos, déjame decirte algo. ¡Jamás sentí placer contigo, imbecil! ¡Te falta mucho!

Oh no. Eso hizo darme rabia y mucho más porque cuando terminábamos me susurraba al oído 'jamás habra un sexo tan rico y animal como el tuyo'.

Bandidos. Where stories live. Discover now