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Bayron.

—Tengo un jodido dolor que arde en mi puto miembro gracias a ella—digo indignado, con Iván a mi lado.

—Y también agua por montones en tus pulmones, gracias a ella—responde él.

Asiento observándola como habla con un man a lo lejos, no sé quién es, pero intercambiaron algunas palabras y ahora parecen muy amigos.

—Ella es salvaje—dice Iván mirándola al igual que yo.

—Lo debo comprobar más a fondo—respondo con una sonrisa. Iván ríe.

Me dejo caer llevando mis brazos a los lados y cogiendo agua del mar con mis palmas.

—¿Quién será?—pregunto observando de la manera en que mueve sus manos al hablar, como se expresa y como sonríe cuando habla con ese tipo que parece agradarle mucho.

—Lo mismo me pregunto—ambos la observamos. Habla muy animadamente. —Parece que alguien ya consiguió un nuevo amigo.

Bufo y me centro en otro lugar evitando que se dé cuenta que la estoy mirando. Sigo enojado, me dejó con la pantaloneta casi a estallar por su forma de seducirme.

La flaca es experta en eso.

Y también sabe cómo ponerme mal.

(...)

—¿Muy emocionada con su nuevo amigo?—ni siquiera sé porqué lo pregunto. Pero necesito sacarme de dudas, necesito saber quién es con el que hablaba hace un rato.

—¿Muy celoso?—pregunta ella con la sonrisa maliciosa y burlesca que la representa. Me mira mientras lleva a su boca un pedazo de pollo.

—Curiosidad... Pues apenas venís y ya te hacés un amigo.

—La curiosidad mató al gato. Y pues hoy no es día de ser antisocial.

Suspiro porque esas respuestas no me ayudan mucho. Fingo desinteresarme y también cojo un ala, llevándola a mi boca y masticandola con rabia.

—Está bueno—dice ella mirando mi pecho. —Esto que estamos comiendo.

Quiero reírme porque algo en mi interior o tal vez mi lado engreído me dice que se refería a otra cosa.

—¿Usted por qué no habla?— se refiere a Iván que apenas parece concentrarse en lo que estamos hablando. Parecía ído.

—Sí, sí hablo, hola—hace con su mano un gesto de saludo. —Solo estaba dándole gusto a mis ojos.—aclara mirando por encima de mi hombro.
Estamos sentados en la arena de la playa comiendo pollo ya que es medio día y nuestra barriga ya pedía comida. Iván ni siquiera come, porque su mirada está fija por detrás mío. Volteo mi cabeza para ver qué tanto mira y río.

—¿Es en serio?—pregunto burlandome. Él mira a una mujer que permanece sentada en la orilla del mar, mojando sus pies y sus manos atrás en una pose muy poco conveniente.

Me volteo desviando la mirada de aquella mujer.

—¿Qué esperás? ¡Andá a hablarle!—la flaca lo mira con rareza.

—No creo que sea un buen partido.

La flaca me mira alzando sus cejas, sus piernas se cruzan y pone sus manos atrás recostadolas en la arena.
—¿Acaso no es lo que le gusta a los hombres? ¿Una mujer que muestre, no es de tu aprobación, langaruto?

—Sí, creo que voy a ir a hablarle. ¡Nos vemos ahora!—Iván se levanta de la arena sin ni siquiera darle una probada al pollo. Lo miro por donde se va corriendo.

Bandidos. Where stories live. Discover now