[4]

11 1 0
                                    

Stiven.

—Soltalo—Kenda se le para enfrente y muy cerquita de su cara. Él le mira los labios. Puedo estar un poco lejos pero aún así logro ver perfectamente que Bayron la mira coqueto.

—¿Y si no quiero?—le responde él. Cada palabra la dice mirándole los labios. No soporto ver esto.

—Te lo estoy pidiendo por las buenas—ella se separa de él y me mira frustrada. No quería que abogara por mí. Pero vino hasta acá para ayudarme y quiero creer que en el fondo soy muy importante para ella. Pero quiero que me deje de ver como un hermano. Ella no sabe todo lo que he tenido que aguantarme estos años. Tenerla cerca me hace muy mal, malisimo, es inevitable no querer besarla. Tiene unos labios tan tentadores. Y estoy seguro que Bayron en estos momentos piensa lo mismo. Estoy seguro que nada más se le viene a la mente que besarla. Pero él sabe que si lo hace sale perdiendo. Y además, ¿no pues que no era tan linda? Ahora me río de eso. Todo se imaginó menos que Kenda fuera una mujer que te hace delirar al verla.

Cuando Kenda camina hacia a mí y se vuelve a agachar para quedar cara a cara conmigo, noto la mirada de Bayron sobre ella. Está embobado. No para de detallarla de piez a cabeza. Y no sé si ella lo ha notado, pero yo sí.

Nix.

Miro cómplice a Stiven, le acaricio su poca barba y me le acerco al oído. Él se eriza completamente. Y antes de que diga o haga algo, le susurro en el oído:

—Relájese que si él tiene un plan, pues yo tengo uno mejor. Un loco es loco hasta que le llega otro más loco—le pico el ojo y me levanto de ese asqueroso piso.

Me volteo y en cada paso que doy, noto la mirada del man. No sé qué putas quiere. No sé porque se metió con mi gente. Y mucho peor, no sé quién es. Su mirada se me hace tan sexy que no puedo negar que tengo un peluchote enfrente mío. Pero no sé quien es, y eso ya es suficiente para desconfiar.

Camino hacia él y me vuelvo a acercar a escasos centímetros de sus labios. Lo detallo bien, sus cejas negras y gruesas, con un corte en una de ellas, sus ojos verdes que me miran con un brillo matador, su nariz fina. Su barba en forma de candado que lo hace ver bien varonil. Y sus labios. Miro sus labios detalladamente como si fueran algo lejano que tengo tan cerca. Son gruesos, rosados y bien carnuditos, lame su labio obviamente haciéndolo a propósito y se le llenan de humedad, mierda, están irresistibles. Subo la mirada a sus ojos y sonrío, aprieta la mandíbula como si estuviera ansioso, quiere hacer algo. Lo más probable es que quiera besarme. Me mira con un fuego y unas ganas que puedo percibir a flote, puedo notar su respiración agitada en un momentico. Sonrío y lamo mi labio. Sé que los está mirando con ganas. Así que los entreabro y muerdo mi labio inferior lentamente, como estamos tan cerca, en mi nariz hace presencia un olor a colonia varonil. Lo aspiro y cierro los ojos lentamente.

Su mirada tiene un brillo tenaz. Sus ojos brillan de ganas, lo sé. Me encanta saber que lo pongo así. Está desesperado.

Me le acerco solo un poquito más y esta vez miro sus ojos. Él pasa de mis labios a mis ojos. Estamos casi de la misma altura, él solo unos cuantos centímetros más alto que yo. Mis botas en tacón me ayudan a parecer de la misma altura que él.

—¿Qué querés de mí?—susurro muy cerca de sus labios. Él está apoyado contra la mesa y yo estoy casi metida entre sus piernas, causando que me acerque un poco más. Sé que lo estoy matando lentamente y hay que aprovechar. Aprovechar que mi belleza me puede favorecer en muchas cosas, y una de esas cosas, es ésta.

Él suspira y su aliento choca con el mío. No me responde. Traga grueso.

Rozo mi nariz con la suya y sonrío mientras lo hago. Él cierra los ojos sintiendo el roce de mi nariz con la suya. Me separo y él los vuelve a abrir.

Bandidos. Where stories live. Discover now