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—Pero eso no hay necesidad de llevarlo...—digo al ver que Bayron está a punto de empacar un muñeco bastante peculiar en su maleta. ¿Qué putas?

—Me acompañó en mis peores momentos desde chiquito, así que ¿Cómo no llevarlo a Ibiza? Merece estar también en las buenas.

Niego con la cabeza sin creerlo. Es sorprendentemente caliente este man.

—Eso tampoco deberías llevarlo—arrugo mis cejas cuando veo que empaca una cafetera.

—El café solo sabe rico desde mi cafetera—contesta mientras empaca todo lo que se le atraviesa.

Reprimo una risa y decido dejar de decirle que llevar o no. Si por él pudiera meter toda la casa ahí, sin duda creo que la llevaría.

—¿Quién te regaló ese muñeco?—me da curiosidad saber en realidad por qué quiere llevar a su muñeco. Es que osea, es raro.

—Una vecina...—suspira como recordándola. Meto la ropa -comprada hace poco por Bayron-, a mi maleta y veo que quiere seguir, así que lo dejo abrirse poco a poco—Tenía apenas seis años y ella sabía por todo lo que pasaba—traga grueso. Por todo lo que pasaba, ¿qué incluye?—Literal es el único recuerdo bonito que tengo de mi niñez. Solo recibía tratos bonitos por parte de esa señora. Ella sin pretenderlo serlo, fue como una...—se detiene y guarda también un pequeño cofre rápidamente en la maleta. La cierra y suspira. —Una mamá.

—Así que es tu regalo más preciado—termino por él. Este asiente y yo hago lo mismo, entendiendo todo y no queriéndolo presionar para seguir con su historia. Supongo que lo hará cuando así lo decida. Doblo la última prenda y haciendo lo mismo que él, cierro la maleta fácilmente. Porque a diferencia de Bayron, yo sí llevo lo necesario. —Es todo—suspiro.

—Es poco para lo que nos espera, flaca—dice muy seguro y carga ambas maletas para dejarlas en el suelo.

—¿Entonces vamos?—pregunto al ver lo atrasados que estamos. La indecisión de Bayron por no saber qué llevar sin duda nos quitó mucho tiempo.

—Contigo hasta el fin del mundo, flaca—me guiñó el ojo. Yo solo rodee los ojos y sonreí.

—Entonces vamos hasta el fin del mundo, langaruto—le seguí la corriente, agarré la liviana maleta y la deslice por el piso. El chirrido de las ruedas de ambas maletas deslizándose por el piso fue sin duda lo más placentero.

—O el comienzo de un nuevo mundo—propuso él. No supe a qué exactamente se refirió pero asentí cómo si entendiera a la perfección.

—Vamos.

(...)

—¡Mierda, altura de mierda!—gruño al ver que el avión se mueve como un estúpido. Escucho la risa de Bayron muy fuerte y hasta algunos murmuros de la gente. Creo que estoy siendo la castrosa del viaje.

—Pobre altura, está putiada por tú maldecirla—dice Bayron y yo ruedo los ojos.

—En estos momentos provoca tirarte de esta avión, Bayron—contesto pesadamente. Veo borroso y me siento mareada. Quiero vomitar.

Oh mierda.

Me cago en las alturas.

Creo que me voy a desmayar.

Adiós universo.

Fue un placer.

Bayron ríe con fuerza al ver que me sobresalto cuando el avión se mueve más fuerte. ¡¿Acaso él no lo siente!? Estos aparatos suelen ser aterradores.

Bandidos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora