Epílogo.

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Poco a poco el sueño me va liberando de sus ataduras. La cama parece más grande de lo normal, un gran cuerpo falta a mi lado. Abro los ojos y veo que las sábanas están arrugadas y casi al pie de la cama. Ha debido de intentar taparme cuando se ha levantado. El álbum de fotos sigue en la mesilla, donde lo dejamos anoche tras pasarnos horas recordando viejos momentos.

Un sonido de fuera de la habitación atrae mi atención, Lucas debe de estar cocinando algo. Me levanto y me asomo por la puerta de nuestro pequeño dormitorio. Como deduje, Lucas está en la cocina, de espaldas a mí. No lleva camiseta por lo que me deleito con la imagen que se me presenta delante de mí. Me encanta verle cocinar, sobre todo si lo hago con él y terminamos llenos de harina.

Entro de nuevo en la habitación y me quedo mirando el álbum. Hace ya dos años de la muerte de Amanda y del suicidio de Chris. Ayer, después de llegar de la universidad Lucas comenzó a refunfuñar y al final nos quedamos en la cama. Cuando volví a la habitación con la película pillé a Lucas con nuestro álbum de fotos. Se me encogió el corazón verle mirando una foto de su madre. Rememoramos todo lo ocurrido desde que nos conocimos hasta la muerte de Chris, después el sueño nos venció y me dormí sobre su pecho.

- Zoe- me llama Lucas.

Camino despacio y vuelvo a asomarme a la puerta. Delante de él, encima de la barra americana, está el desayuno. No puedo evitar sonreír al ver mis amados cereales, ha debido de ir a comprarlos esta mañana.

-¿Y eso? -pregunto señalando la caja. Lucas se ríe y niega con la cabeza.

-Ayer, cuando hablamos de todo eso recordé que me comí tus cereales una vez y no sé -se encoge de hombros- me apeteció ir a por ellos.

En estos dos años Lucas ha cambiado bastante. Su voz se ha endurecido y ahora lleva el pelo más largo que antes, le queda muy bien. Sus ojos son más intensos y su espalda se ha ensanchado bastante.

- Gracias -susurro caminando hasta él y dejando un beso en sus labios.

- Muchas gracias por aparecer -susurra pasando su brazo por mi cintura.

Todos sus problemas con las drogas se han esfumado aunque tras la muerte de Chris volvió a decaer. No pude ayudarle durante un tiempo, estuve como dos meses en shock y rodeada de psicólogos por la llamada. Nos distanciamos y tras cuatro meses de encierro -solo salia para ir al instituto y allí no me relacionaba con nadie- Tyler me informó de que Lucas había vuelto a las andadas. No pude evitar sentirme mal. Esa misma noche Lucas apareció por mi cuarto, sus ojos estaban rojos y no paraba de reírse. Conseguí relajarle y nos dormimos juntos, más pegados que nunca. Me había olvidado de él, había olvidado que él también lo estaba pasando mal. Creo que le pedí perdón más de cien veces. Después de la recaída no pudo seguir dejándolo por su cuenta y tuvo que ir a un centro de desintoxicación a donde yo le acompañaba todos los días. Creo que eso nos unió aún más.

-¿Has llamado a tu madre? -me pregunta Lucas y se mete una cuchara de cereales en la boca.

Se me había olvidado por completo. Al parecer la han ascendido hace unos días y desde que me vine a Nueva York a la universidad mi contacto con ella ha disminuido. Y no porque no lo hayamos intentado pero ha tenido demasiado trabajo estos últimos meses.

-¿Y tú has llamado a mi hermano? ¿No se suponía que íbamos a quedar con ellos esta semana? -contraataco. Lucas traga lo que  tiene en la boca y me sonríe con suficiencia.

-Sabes que a Julie no le caigo bien -se excusa fingiendo un puchero. No puedo evitar reírme de lo adorable que es.

Julie es la novia de Tyler. Es una chica de ojos marrones y pelo oscuro. Es muy maja y tiene la misma adicción que yo, ama los libros. Es más, Tyler la conquistó regalandole una de las primeras ediciones de Cumbres Borrascosas. Estuve como dos meses preguntándole de dónde lo había sacado  y que tenía a su hermana desatendida de regalos.

¿Quererlo? No lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora