¿Quererlo? No lo sé.

Novios.

Aún estaba aturdida por nuestros besos y mi mente no reaccionaba. Deseé que la tierra me tragase en ese momento. No sabía que decirle, ni si quiera sabía aún lo que sentía por él. Podría decirle que sí, salir con él y olvidarme de todos los asuntos con Lucas, mi hermano y mi padre. Sus besos me reconfortaban y hacían que me olvidase de todo, eso era lo que ahora mismo necesitaba, un poco de paz y tranquilidad. O podría decirle que no levantarme de la cama e irme a dormir con mi hermano o irme a casa.

Pero, ¿de verdad me gusta o simplemente lo voy a utilizar para evadirme durante unos minutos cada día de mis problemas? pero, si no me gusta, ¿por qué sus besos producen tantos sentimientos en mi que, incluso, cubren mis problemas durante unos instantes?. No podía parar de hacerme esas preguntas una y otra vez.

- Zoe, di algo por favor - dijo Chris con voz angustiosa.

Se había quitado de encima mio y habíamos vuelto a nuestra posición inicial, mirandonos uno al otro. Sus ojos oscuros me miraban fijamente y su labio inferior estaba atrapado entre sus dientes esperando una respuesta.

El recuerdo del roce con Lucas apareció en mi mente. Y comencé a pensar en ello, sentí muchas cosas en ese momento pero sentí lo mismo cuando Chris puso su mano en mi pierna y eso fue cuando no me gustaba, solo cuando me parecía atractivo, eso era lo que me ocurría con Lucas, solo me parecía guapo. Y cuando sentí celos por Isabella no eran celos, era frustración, era que había descubierto como era él en realidad.

Después de incrustar estos pensamientos en mi mente respondí:

- Sí, - susurré mirandole a los ojos - claro que sí.

En su cara apareció una gran sonrisa contagiosa, no pude contemplarla mucho. Segundos después sus labios cubrían los mios. Me besaba con pasión y necesidad al igual que yo le devolvía los besos. Mis dedos atrapaban su sedosa cabellera rubia y sus manos memorizaban cada parte de mi cuerpo. Así nos pasamos horas y horas, sin darnos cuenta de cuan rápido pasaba el tiempo. Después de descargar nuestras energías en nuestros labios Morfeo decidió que ya era hora de viajar al país de los sueños.

La luz del sol se proyectó directamente en mis ojos. No sabía cuantas horas había dormido, debieron de ser pocas pues mis ojos estaban pesados y me pedían que los dejara descansar un poco más.

Cuando recordé donde estaba los brazos de Chirs me abrazaban desde atrás. Me giré en sus brazos y contemplé a mi novio. Me resultaba raro pensar en eso, en la palabra "novio". Hace pocas horas le había dicho que sí y aún no me acostumbraba a pensarlo. ¿Estoy exagerando? Seguramente, pero entenderme, yo solo había tenido algún rollo por ahí pero llegar a esto...

- Buenos días - susurró Christopher abriendo solo un ojo.

Me reí, se le veía tan divertido.

- ¿De qué te ries? - preguntó con voz ronca mientras me liberaba y se estiraba.

- Te ves gracioso cuando te levantas - susurré con voz adormilada.

- Pues tengo que admitir que tú te ves muy bien - dijo volviéndome a abrazar.

Me sonrojé, parecía que ahora sus piropos me afectaban más.

- ¿Qué hora es? - pregunté mirandole a los ojos.

Dirigió su vista detrás mio y yo me volteé para para ver donde miraba. Había un despertador en la mesilla.

- Tenemos que levantarnos ya - dijo destapandonos.

- Deberíamos pero también podríamos quedarnos en la cama y... - dije intentando que una sonrisa pícara apareciera en mi rostro, no solía sonreír de esa manera.