Adicción.

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- Y por eso odio a las víboras - concluí mi relato.

Llevábamos como tres horas en aquel garraje/taller. El portaaviones estaba a la mitad pero nosotros lo montábamos tranquilamente, sin prisas, mientras hablábamos de anécdotas, gustos o cualquier otro tema. Lo observaba sentada desde una de las mesas, sus manos ágiles pegaban la maqueta con movimientos elegantes y despreocupados.

- Me imagino a tu madre gritándole al cuidador para que te apartara de las víboras - se rió Lucas construyendo la pista de aterrizaje de los aviones.

- No es nada comparado a la cara que puso el cuidador, pensé que le iba a dar un ataque - debería ayudar pero rompí la primera pieza que hicimos y Smith me apartó del proyecto.

- Eres a la única que se le ocurre colarte en un nido de víboras para darles de comer - intentaba no reírse para no estropear la pieza.

- Fue unos de los peores días de mi vida.

- ¿Solo uno de ellos?

- Otro de ellos fue cuando encontramos a mi hermano en aquel callejón y alguno más por ahí, por ejemplo cuando me perdí en Nueva York o en uno de los bailes del instituto.

- Yo creía que un baile de instituto era uno de los mejores días para una chica.

- Sí, hasta que... - en ese momento recordé el baile, el último baile al que había asistido. Le conté esta misma historia a Chris, cuando estábamos en su coche llegando al baile. Ese mismo día fue nuestro primer beso, en ese tiempo yo odiaba a Lucas y solo quería a Chris, o eso creía - hasta que te echan un cubo de mierda por encima y descubres que tu primer beso es un fraude.

Río por lo bajo con la intención de que yo no lo escuchara.

- Y yo que pensaba que el día que me conociste fue uno de los peores de tu vida, ya veo que me equivocaba - lo miré a la cara y él pareció no darse cuenta, concentraba su atención en la manualidad. Su rostro no estaba contraído en una mueca molesta sino que estaba relajado, incluso parecía que se divertido.

- El día que te conocí no fue un día malo - confesé y volví la mirada a sus manos.

Como preví se giró hacia mí y me miró confuso.

- ¿Ah, no? - preguntó.

- Al principio te odiaba un poco - de reojo vi una sonrisa de medio lado que se extendió en su rostro -, porque eres un creído, chulo y egocéntrico y porque te burlas de mí. Por ejemplo cuando por poco me caigo en el hielo el primer día.

- La verdad es que esa vez te iba a dar un pequeño empujón pero no llegué a tiempo - sonreía pero no parecía hablar conmigo. Hablaba en voz alta y miraba la estructura de madera con la mirada divertida, parecía estar recordando buenos momentos.

Lo miré perpleja. No había pensado el porqué de que él estuviera detrás mío cuando los demás estaban ya en la puerta del instituto. Siempre lo había visto como una casualidad o que el chico quería contemplarme un poco desde atrás pero nunca había pensado que pudiera tener un fin malo para mí.

- ¿Querías tirarme?

- Solo quería que te cayeras para reírnos un poco. ¿Va contra alguna ley reírse un poco de la gente?

- Eso en el instituto se llama bullying y se puede denunciar - mis palabras le hicieron mirar en mi dirección.

- Si llego a tirarte, ¿me hubieras denunciado?

- No creo - sonríe ante su cara entre diversión y sorpresa -, pero sí hubieras escuchado algunas palabras feas y alguna colleja hubieras recibido.

¿Quererlo? No lo sé.Where stories live. Discover now