¿Y cómo terminará lo nuestro?

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En las típicas películas los protagonistas siempre se besan tras una larga y jodida discusión. Yo siempre había pensado que era demasiado sobre actuado. Si te peleas con alguien no quieres besarle, quieres pegarle o soltarle pullas hasta cansarte pero cuando lo viví en mis carnes me pareció lo más romántico del mundo.

Sus labios sobre los míos se movían perfectamente y su lengua jugaba con la mía con facilidad. La forma de decirlo es muy clásica en las novelas adolescentes pero no tiene otra explicación. Las sensaciones que me producía era, simplemente, maravillosas. Mi estómago estaba que estallaba para soltar las miles de mariposas que picaban por dentro, mi cabeza flotaba por las nubes sin poder pensar y me sentía... bien.

- Me importas - susurró Lucas a pocos centímetros de mí después del beso.

- ¿Y por qué insistes en alejarme? - mi voz sonaba extraña, como adormilada.

- No quiero hacerte daño.

- Es difícil hacer daño a alguien que te importa.

- Puede que lo haga sin querer, puede que sea indirectamente.

- ¿Por qué no intentarlo?

Las escaleras fueron pisoteadas y el ruido llegó a mi habitación. Separé a Lucas y lo empujé hasta la ventana.

- Mi madre.

- ¿Me estás echando? - dijo divertido y se dio la vuelta. Él quedó con la pared a la espalda y yo pegada a él y rodeada por sus brazos.

- Como mi madre te vea me va a caer una gorda.

- Quería jugar un poco - dijo  con una sonrisa lasciva.

- Creo que vas a necesitar otro juguete.

Oí los pasos en frente de mi puerta y Lucas se movió rápidamente. Me empujó suavemente contra la cama y desapareció de mi vista.

- Cariño, ¿qué comiste al final? - me giré y vi a mi madre en el umbral de la puerta.

- Eh.. los macarrones que había en la nevera.

- ¿No quieres nada más?

- No, gracias - le ofrecí una sonrisa.

- ¿Segura?

- Que sí, mamá.

- Vale - sonrió -, buenas noches mi niña.

- Buenas noches mamá - la puerta se cerró.

Suspiré y miré a la ventana. Seguía abierta y el frío de enero entraba por ella así que decidí levantarme a cerrarla pero cuando me bajé de la cama pisé algo que no era el suelo de mi cuarto.

- ¡Ah! Que estoy aquí - dijo Lucas.

- No levantes la voz - me levanté al fin y antes de cerrar la ventana me volví a girar hacia Lucas - ¿Te vas a ir?

- No quiero irme - respondió cuando ya estuvo sentado en mi cama.

- Nos van a pillar - susurré.

- Tú estate tranquila, ven aquí conmigo - dio dos palmaditas a su lado y no me hice derogar -. Y al comentario de antes, no quiero un juguete, te quiero a ti.

- Claro - dije con sarcasmo -. Ahora sal de mi cuarto.

- Lo estábamos pasando muy bien hasta que llegó tu madre - su sonrisa era encantadora.

- Largo.

- Hace cinco minutos me has pedido que salga contigo.

- ¿Qué? Yo no he dicho eso.

¿Quererlo? No lo sé.Where stories live. Discover now