Te aterroricé.

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La fábrica tenía el mismo aspecto que tenía la primera vez que entré. El rin seguía rodeado por aquella claustrofobia valla y el olor a óxido seguía rondando por el aire.

Apreté el agarre de Lucas cuando entramos, me sentía un poco insegura en aquel edificio abandonado. No por el temor de que se cayera sino por lo que podía ocurrir allí adentro.

- Puedes irte - volvió a insistir.

- No.

- Zoe...

- Lucas, voy a estar aquí. Si te van a dar de leches quiero estar para verlo - me burlé.

- Así podrás cuidar de mí - dijo mi novio.

Lucas tiró de mí y me colocó delante suyo. Di un respingón al sentir sus brazos abrazar mi cintura, sus labios se pegaron a mi cuello y yo intenté salir de sus brazos.

- ¡Lucas!

Él gruñó quejándose de mi intento de escapatoria pero sus dientes apresaron un trocito de mi cuello lo que me hizo suspirar.

- Vamos a los vestuarios - se rió en mi oído.

- ¿A qué?

- Me debes algo, ¿no te acuerdas?

Sonreí y comencé a caminar arrastrándole conmigo. No me fijé si los demás se habían dado cuenta de nuestra pequeña huida. Cuando la puerta se cerró me giró y sus labios se pegaron a los míos. Ni siquiera sabíamos a donde íbamos pero comenzamos a caminar. Mi espalda rozó algo frío que me hizo estremecer, también ayudó el hecho de que su mano se apoyó en mi mejilla y comenzó a acariciarla.

- Creo que Bruno se va a enfadar - susurré acariciando su pecho.

- Tampoco sería la primera vez.

Como reflejo rechacé su beso. Su rostro cambió de extrañado a arrepentido en pocos segundos.

- Lo siento, no quise...

- Da igual - acaricié sus rostro.

El comentario y mi reacción me habían sorprendido. Tenía que hacerme a la idea de que Lucas había estado con muchas antes que yo. De repente me aterró la idea de su experiencia, si yo no conseguía llegar a su nivel o incluso a sus expectativas, ¿llegaría a dejarme?

- ¿Estás bien? - susurró mientras su mirada analizante recorría mi rostro.

- Nada - aparté la mirada rápidamente.

- Ya te dije que era imposible conseguir que me mintieras.

- No te estoy mintiendo - me defendí.

Me deslicé sobre el muro pero sus manos ágiles atraparon las mías y las colocó encima de mi cabeza.

- Tú no te vas - habló en mis labios.

- ¿Y la pelea? - dije en voz baja y me mordí mi labio.

- Queda aún un hora, tengo tiempo de sobra.

- Tendrás que calentar.

- Para eso estás tú.

Noté mis mejillas arder. Conseguía ponerme nerviosa con cualquier comentario, algo que odiaba.

- No me ocurre nada - insistí.

- No me mientas - me avisó con una sonrisa.

Su boca estaba a pocos centímetros de la mía y quise hacer desaparecer ese espacio. Lucas se apartó pero la distancia entre nosotros no cambió, se movía simultáneamente a mí.

¿Quererlo? No lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora