Capítulo 13

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Son las doce de la noche, pero Albert no se inmuta por la hora. Hay manos agarrándole fuerte de la cintura mientras le embisten una y otra vez por detrás.
— M-más fuerte.— Él ronronea al desconocido que ni siquiera sabe el nombre. Albert no necesita saber uno para follar.
— Joder.— El desconocido gruñe acercándose al oído de Albert.— Abre más las piernas.— Comanda, y Albert obedece como un siervo fiel.— Bien, así.— El tipo embiste dos veces más antes de Albert sentir espasmos en su interior, claro indicio de que el sujeto a tenido un orgasmo.
— ¡Más fuerte!— Albert fórmula entre quejidos, acariciando de forma frenética su miembro en busca del alivio que tanta ansia. El tipo no se mueve para desagrado de Albert, así que él toma el control y mueve el trasero contra el desconocido que aún saborea el orgasmo que acaba de tener. — E-estoy a punto...— Albert cierra los ojos de golpe y no puede evitar fantasear con lo que ha ocurrido antes en el gimnasio. Manos férreas en su cuello, mirada penetrante, y una amenazante voz diciéndole: "Si me tocas otra vez sin mi permiso te haré mucho daño." Es suficiente para hacerle perder la poca cordura que le queda antes tener un orgasmo bruto.— Ohhh m-mierda.— Intenta mantenerse de pie mientras se apoya en la parte exterior de maletero del coche, pero las piernas de Albert no le hacen el mínimo caso. Entonces, el desconocido se aleja, y Albert siente como el semen se baja entre sus piernas, caliente. Tan caliente como el semen que él ha dejado gotear sobre el maletero del vehículo, suyo propio, y que ahora la embadurna la camisa negra tras haberse apoyado en el coche.
— ¿Mañana a misma hora?— El tipo sin nombre abrocha el tejano que lleva puesto, y Albert no puede evitar girar la cabeza a un lado y comerle con los ojos.
— Para ti las horas que hagan falta nene.— Respira hondo intentando recomponerse, las piernas aún le tiemblan un poco, y Albert sabe de antemano que mañana le costará sentarse bien en la silla de la oficina, pero eso es problema para el Albert del futuro.
— Marcus.— Dice el desconocido con una sonrisa demasiado traviesa para el rostro de angelito que tiene.
— ¿Qué?
— Mi nombre es Marcus tontito.— Se da la vuelta y desaparece no mucho después.
— Bueno, es hora de subir los pantalones y entrar en el coche.— Ríe de buen humor aun cuando sigue sintiendo el líquido viscoso bajar entre sus piernas.— Y un baño de paso cuando llegue a casa.— Observa los alrededores con curiosidad, suspirando aliviado al darse cuenta de que no hay miradas curiosas. — Marcus...— Él saborea el nombre en la boca. En un intento por distraerse de la cosa más extraña que acaba de ocurrirle nunca: tener un orgasmo tras haber pensado en una mujer. Bueno, no en una mujer per se, sino lo que ella le ha hecho a él.

"Si tan solo fuese un hombre..." Albert medita unos instantes antes negar con la cabeza vehemente. "¿Pero qué estoy pensando?" Observa el móvil en el asiento de copiloto y se da cuenta de que hay llamadas perdidas.

— Una vez esté en casa las reviso.— Pone en marcha la radio y se desconecta por completo.
Seguramente sea Marta que quiere hacerle un largo interrogatorio del porqué Albert se ha ido luego del drama. Ni él mismo se entiende, y por eso mismo no quiere pensar en ello ahora. Albert no quiere rememorar el estupor del momento, la adrenalina que brotó en su cuerpo y la angustia que le dio sentir la mano alejarse de su cuello con la misma facilidad que se ancló allí. La autoridad en la voz de aquella mujer resonando en sus tímpanos. Extraño, poco común y tan fuera de lugar.
Sin embargo, lo que Albert sabe con seguridad es que después de la escena él se dirigió al vestuario, pegó una ducha rápida, se vistió, y en un pestañeó ya estaba en el bar gay que frecuenta con normalidad.
Una parte de él necesitaba evadirse, y eso fue lo que él hizo.

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