-Capítulo 52 -

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Dona está nerviosa, algo común en ella por lo general. Por eso que ella salió pronto de casa. Despejar la cabeza antes de dar el gran salto.

Sin embargo, ha sido demasiado pronto. El propietario del piso que ella echará un vistazo hoy quedó con ella a las doce y media, y aún son las once menos cuarto.

—Me sobra el tiempo, ojalá me sobrase también el dinero. — Bromea consigo misma mientras aparca el coche en zona azul.

Durante un rato, Dona se queda dentro con la radio puesta, música de fondo, y los dedos toqueteando el volante al ritmo de la canción. Pero estar encerrada en un Peugeot 206 por más de diez minutos no es agradable que digamos, por eso es que ella sale del vehículo con la intención de pasearse por los alrededores del edificio, que, con suerte, será la nueva adquisición de Dona en un futuro.

Es entonces, mientras ella apaga el coche y revisa que tiene todo a mano, cuando se da cuenta de que alguien le ha enviado un mensaje. Por un momento, Dona cree que es Pablo. Otra vez él. Aunque al final, resulta no ser este el caso.

"Lo nuestro ha quedado zanjado ayer." Ella abre el WhatsApp para ver con desconcierto que en verdad es Albert quien la ha enviado un mensaje.

Si antes Dona ya estaba nerviosa, ahora ella hiperventila.

"¿Por qué me envía un mensaje ahora?" Ella empieza a sentir calor y vergüenza, MUCHA vergüenza.

La paranoia es algo desagradable, y Dona, por desgracia, también tiene mucha de ella.

"¿Habré dado me gusta en una de sus fotos sin que me diese cuenta?" Ella sigue caminando por las calles cercanas al edificio sin prestar atención al entorno realmente. "¿Habrá alguna app que diga cuando alguien hace pantallazo de sus selfies? Dios."

Es evidente que eso no debería de preocuparla ahora, cuando Dona está a punto de realizar algo importante POR PRIMERA VEZ, en la vida.

"¿Y si me llama una asquerosa por ello?" Dice los temores de Dona jugándola una mala pasada. Si ella estuviese en una peli de ciencia ficción, no cabe duda de que su cerebro sería el archienemigo jurado de ella misma. Dona incluso se imagina el título de la obra: "Doble personalidad."

Pero ensoñaciones aparte, ella aún no ha abierto el mensaje de Albert. Quizá no sea para tanto. Quizá él solo quiera molestarla, algo inherente en él.

Es extraño para Dona aún, darse cuenta de que ella se estresa con tanta facilidad con la personalidad de Albert. Como también, el hecho de ella responderle sin la necesidad de contenerse siquiera.

Puede que porque ambos sean desconocidos al final del día. No hay nada en especial que los una. Se han conocido por un fallo del destino. Un error en la Matrix. Lo único verdaderamente singular en toda aquella situación es que Dona ha sacado ventaja del fallo. Y Albert también, aunque a primera vista parezca que no. ¿O sí? Bueno, de todas formas, Dona tendrá que preguntárselo la próxima vez que Albert la llame estando borracho. Si eso llega a ocurrir una segunda vez, claro está.

¿Es raro que Dona desee que algo así vuelva a ocurrir? Ella no tiene la menor idea. Por eso mismo es que ella deja de pensar en ello y abre el chat.

"Ven a verme hoy."

Es un mensaje corto y directo. Dona se siente estúpida de haberse exaltado por una tontería. Obviamente, Albert no es un hacker que tiene todo bajo el control.

—Por Dios, que no estoy en el mundo de Estrellas en la oscuridad. —La risa de Dona es una nerviosa. La novela era un completo desastre andante, como también uno de las historias que menos le gustó a ella. Puede que incluso, haya sido una de las razones por las cuales Dona dejó de leer definitivamente novelas románticas. No es su estilo.

Pero volviendo al tema Albert, Dona casi tiene ganas de dejarlo en visto. Aunque no por malicia. Ella solo... No sabe qué decir.

Llamarla friki, pero los únicos mensajes decentes que Donatela envía con plena confianza, son los escritos en los fanfics de sus autoras/autores favoritos.

Dona la inepta, debería de ser su mote. Ella no ve un problema en ello tampoco. Dona nunca necesitó hablar con Alex de todas formas en el pasado.

El sexo era lenguaje suficiente para él. Y bueno, también lo era para la Dona de entonces. El problema vino luego, cuando ella, estúpida, se ilusionó.

"¿A quién quiero engañar? Si fue amor a primera vista. Yo nunca lo vi como solo sexo." Los malos recuerdos vuelven para atormentarla una vez más, y eso no es bueno. Nunca lo es. No cuando ella piensa en Alex.

Así que Dona opta por pensar en otra cosa, ¿Quién iba a decir que ella estaría mirando un piso para ella sola? Hay que disfrutar del momento. Y Albert será una molestia.

Él la distrae demasiado.

Eso no tiene por qué ser algo malo, pero Dona se desconcentra. Y ella necesita estar pendiente de todo hoy. El entorno, el inmueble, el vecindario. Los precios.

Por eso ella lo rechaza vía chat.

No porque lo ocurrido ayer fuera raro. O por la forma como Albert cambió debido a esos besos.

Jolín, Dona no esperaba que él se dejase besar tan fácil así. Ella ni siquiera comprendió como él tuvo las agallas de cogerla del brazo y besarla después.

"Debió de ser raro para él." Porque lo ha sido para ella. Tanto que Dona apenas pudo gesticular por unos instantes.

Manos la tocaban. Tan tremendamente extraño... Q-que ella tiene suficiente distracción con que fantasear por un mes entero.

Además, Dona se siente rara cada ver que rememora la escena en la cabeza. Volver a verlo tan pronto no es estimulante. Si no más bien todo lo contrario.

♣♣♣

Los minutos transcurren de forma lenta hasta que Albert la responde con una pregunta. A lo que Dona siente el deber de decirle el motivo. Al menos, uno de ellos.

Él la quiere ver, y Dona no puede evitar ponerse a la defensiva por ello. Sin embargo, tonta de ella, cede al final.

"Me toca esperar de todas formas." Es la única excusa decente que pasa por la cabeza de Dona. Y ella se agarra a eso como a clavos ardiendo.

Finalmente, y después de reflexionar un poco... bueno, no del todo. Dona envía la ubicación cerca de un bar donde ella escoge pasar el rato.

—Albert viene de camino. — Piensa en voz alta.— Mierda.

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