- Capítulo 71 -

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El chorro de agua que impacta contra el suelo de la ducha, es uno de los ruidos favoritos de Dona. Como la lluvia o las noches tempestuosas.

Sin embargo ahora, lo que más la alegra es oír la ironía en la voz de Albert. Vale que dolió que él la reprochara por el sujetador deportivo. Es complicado encontrar ropa interior bonita para la talla de Dona, pero, al menos en este instante, ella lo dejara pasar.

La temperatura que hay en el baño es cálida. La puerta está cerrada y no hay ventanas para escapar el calor que se forma allí dentro. El aliento de Albert y Dona se mezclan y funden en el mismo recinto. Sin manera de escapar, a no ser que ella abra la puerta. El espejo se empaña como prueba de ello también.

Es cuestión de tiempo a que las gafas de Albert tengan un final parecido.

Seguro además, que el radiador que hay en el baño estará en marcha, manteniendo el ambiente agradable. Evidencia de lo mucho que Albert gana al mes, para no molestarse en ahorrar energía y agua. Pero envidias a parte, y por mucho calor que la ofrezca el baño, Dona siente frio sin tener la blusa puesta. Ella hasta se pregunta por momentos, si Albert no se reirá de ella ahora.

Alex lo hizo antes.

Pero Albert no es Alex. Por fortuna o por desgracia, el hombre que comparte el mismo espacio que Dona ahora, es devorado por otros hombres. Y seguramente, devore a otros hombres él también. No hay manera humana que Albert llegue a mirarla de la misma forma. Del mismo modo que Dona no miraría a otra mujer con deseo. Bueno, hubo veces en que ella llegó a dudar de su propia sexualidad, pero es cosa del pasado.

A lo que Dona vuelve a sonreír y volcar la mirada en la dirección Albert, que sigue sentado sobre la tapa del váter. Con las manos sobre las rodillas y mostrando una postura que parece incómoda incluso para él. Pero, lo que más sorprende a Dona es la expresión que él lleva puesta en el rostro.

"¿Es que tengo monos en la cara?" Se pregunta al ver la vista fija de Albert en ella. Y como lentamente él va bajando el campo de visión hasta detenerse en el estómago de Dona. Entonces, ella recuerda una vez más que tiene estrías, y que no es precisamente agradable a la vista. Sin embargo, echarse atrás ahora no tiene ningún sentido, y volver a poner la blusa, solo la mojará. "Él está más desnudo que yo." Es un ánimo vacío, pero sigue siendo uno al fin y acabo.

—¿El pantalón qué? —La vista de Albert acaba en el tejano de Dona, y eso la incómoda. Quitarse la blusa es una cosa, pero, bajar el tejano es otra completamente distinta. El frio que ella sintió antes se alastra por todo el cuerpo ahora. Las ganas de volver o ponerse la blusa va en aumento.

—¿Qué pasa con mi pantalón? —Dona pregunta con la expresión rígida.

—Lo vas a mojar igual. —Él cruza los brazos, y esconde de paso su miembro a la vista de Dona. Ella no se da cuenta de ello, ya que por desgracia, Dona es la que está siendo observada ahora. Y eso ya no es tan divertido.

—Tendré cuidado.

—Lo mojarás. —Albert suspira como si estuviera hablando con una cría. Se rasca la parte trasera de la mano mientras descruza los brazos, y lo hace con el cuidado de no enseñar su miembro mientras vuelve a encararla —¿Qué pasa? ¿Llevas una braga deportiva igual de horrenda?

—Mi ropa interior no es horrenda. —Dona se defiende de forma automática. Albert estaba empezando a mosquearla seriamente ahora.

—¡Ja! Pues enséñamela.

"Maldito maldito maldito." Con rapidez, Dona observa su alrededor hasta dar con una toalla detrás de la puerta. Sin vacilar ella se dirige hasta el objeto, y no se molesta en pedir permiso por ello. "No se reirá a mis cuestas." Alza el mentón con la toalla en manos, y vuelve no mucho después para estar en el mismo lugar de antes.

Él la sigue mirando aún cuando las gafas empiezan a empañarle. Dona quiere reírse de él por ello, pero eso no evitará que ella no tenga que quitarse el tejano. Después de todo, Albert sigue teniendo razón. E irse con la ropa mojada de allí es un no, no rotundo.

Así que, dejando a un lado el dramatismo, Dona desabrocha la cremallera del tejano de que lleva puesto, y en un pestañeo lo tiene al suelo. Ella no mira a Albert mientras recoge la ropa bajo sus pies, pero si lo hace cuando envuelve la toalla alrededor del cuerpo. Por desgracia, el material no es muy grande, aunque si lo suficiente para esconder su ropa interior dentro.

"Basta de burlas contra mi sujetador." Sonríe para si misma antes de volver a mirarlo. Pero, todo lo que Dona ve es como Albert tiene la vista pegada al suelo. Ni una crítica o ironía de lo que Dona acaba de hacer. "Estará pensando en algo desagradable que decirme seguro." Suspira para sus adentros y se pone en marcha una vez más.

Cuando está lo suficientemente cerca, Albert vuelve a alzar la vista, aunque se vea confuso por algo. Dona no tiene ganas de preguntar el qué. No vaya ser que la diga algo sobre sus estrías. Y eso sí, Dona no soportará.

—Apóyate en mí. —Le toca el hombro, y siente como Albert tiembla. Dona espera un poco más, pero al ver que él no habla o reacciona, ella se balancea sobre él y lo coge de la cintura. Hay una pequeña queja de por medio, pero nada preocupante para Dona.

Cuando Albert está de pie y apoyado en ella, Dona traga saliva. Ella siente ganas de tocar la toalla para ver si todavía sigue envuelta en su cuerpo.

Quizá sea por el calor, pero es distinto tocarlo sin tener ropa de por medio que la proteja. Hombro con hombro. Negro y blanco.

"No pienses en ello." Por puro reflejo Dona aprieta más agarre en la mano, olvidándose que está sosteniendo a Albert, como también lo escucha gruñir por lo bajo. "Mierda." Una parte de Dona quiere disculparse de inmediato, sin embargo, lo único que ella hace es aflojar el agarre y acariciar la zona lastimada. La cercanía es tan evidente que Dona siente como él se vuelve rígido, y ella comete el terrible error de mirar hacia abajo.

"Él está excitado."

Y claramente la culpable es Dona. Aunque, ahora mismo, ella no le esta haciendo daño. Al menos, no como antes.

"Dios mío." Ahora no es el momento de sentirse avergonzada, pero Dona lo está. "No mires Dona. NO MIRES."

El juego ha acabado.

El juego ha acabado.

EL JUEGO HA ACABADO.

Dona canturrea mentalmente, pero por desgracia, eso no parece tener demasiado efecto en ella de todas formas.

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