-Capítulo 76-

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En el instante en que Dona se va, el eco de la puerta al cerrar es el que da la bienvenida a Albert. Y el cansancio que él no creía tener, se le hace presente de golpe.
Vestirse le parece demasiado engorroso, así que Albert opta simplemente por envolverse la toalla en la cintura y salir del baño sin mucho más.

Todavía en babia, él se encamina hasta la habitación a echarse una siesta, pero, en el instante en que Albert toca el manillar de la puerta, se para en seco.
Él se ve incapaz de forzar la maneta para entrar. En cambio, Albert parpadea dos veces y bosteza. Ladea la cabeza a la izquierda, y el sofá le entra en el campo de visión. Siendo este, además, el mismo lugar donde Dona y él empezaron con los juegos.

Albert vuelve a mirar a la puerta de su habitación entonces.
Su recinto sagrado.

El único lugar donde Dona, ni otro hombre han estado, aparte de Guillem, él, o sus amigas.

El refugio de Albert.

Y, sin embargo ahora, este "lugar" le parece a Albert todo menos acogedor.

Por eso, él echa una última mirada a la puerta, y por inercia toquetea el manillar unas cuántas veces antes de retroceder.
El cuerpo le pesa y la mente de Albert sigue siendo un puñetero caos por lo de antes.

Aunque, menuda es la ironía para Albert, que el simple hecho de él tumbarse en el sofá le reconforte de forma sobrecogedora.
Luego él... que suele enredarse en las sábanas de la cama y hundirse en ellas, como si esta fuese el único sitio en donde él necesita estar.

Pero las cosas empiezan a cambiar.

El móvil suena en algún rincón del piso, seguramente notificaciones de redes sociales o Whatsapp. Pero no es nada que Albert no pueda mirar luego.

Con lentitud él se estira sobre el sofá y hace de sus brazos almohada, flexionándolos.

—Veo una puta mierda. —Ríe con la mirada pegada al techo, y sin llevar las gafas puestas. Y que, además, siguen mojadas en el baño.

No hay más que borrones y desperfectos en la vista de Albert. Pero no pasa nada. Extrañamente, Albert se siente en paz.

Antes siquiera que él se de cuenta de ello, ya está durmiendo.

♣♣♣

Dona no debería de estar llorando ahora, enrollada como una croqueta en la cama, y rezando para que su madre no la escuche y pregunte que es lo que pasa.

NO SE SUPONE QUE LAS COSAS TERMINASEN DE ESTA FORMA.

Pero por desgracia, Dona tuvo la estúpida idea de leer un webtoon como distracción de sus sucios pensamientos con Albert.

Encima, como ella no tiene amigos con los que hablar, a Dona no la quedó otra que sumergirse en chorradas online como distracción. Y por desgracia, la distracción terminó siendo un cómic que trata sobre el bullying, y de cómo la víctima se vengó del bully enviándolo al pasado para sufrir las palizas que recibió en su cuerpo.

—Dios, ¿Qué hago de mi vida ahora? —Se rasca los ojos de tanto llorar que hasta la pican, —Pero jolines, ha sido una buena historia.

Y ya acabado, Dona echa un último vistazo al título del webtoon antes de salir de la aplicación: My Life as a Loser de Taejun Pak y SW Jeon.

Dona nunca se ha reído tanto y llorado a mares como con esta obra. Aunque, ahora por desgracia, no la queda otra que volver a revivir en su cabeza lo que ha ocurrido antes con Albert ya que ella no tiene nada con el que distraerse.

—¡Ugh! —Hundir el rostro en la almohada es algo tan típico en ella, que ya lo hace sin pensar. Tanto es así que ahora Dona tendrá que cambiar la funda de la almohada porque esta húmeda por las lágrimas. —¿Me animo a leer aquel libro de autoayuda que lo tengo abandonado en la estantería? —Piensa por momentos, pero la pereza la impide levantarse de la cama, o encender la luz siquiera.

Ella está tan cómoda en la cama que...sería un sacrilegio levantarse ahora.

"¿Y si me pongo a ver Kotaro vive solo?" Razona para sus adentros, aunque al final la pereza puede más con ella.

O simplemente, aunque Dona se niegue a admitirlo, ella prefiera tantísimo más pensar en otras cosas. En alguien más y la forma en que...

—¡Jolín no! —Se autorregaña desenredándose de las sábanas, y con el móvil todavía en manos.

Y es extraño, pero Dona es incapaz de soltar el maldito dispositivo. Como si fuese importante tenerlo cerca por si las moscas.

"¿Y si él me envía un mensaje hoy?" Sería grosero no responderlo cuando Dona ha sido quien le pidió que entrara en contacto con él.

—He sonado estúpida diciendo que él me pregunte mañana para ver Euphoria. —Se mueve incomoda. —Dios, si ni siquiera sé de que va la serie. ¿Debería ver la primera temporada para no parecer una tonta? —Dona navega un rato más por la web antes de acabar en Instagram. Y ¿Cómo no? Buscar el nombre de Albert en el buscador, pero antes de dar a búsqueda, parar en seco. —¿Pero qué estoy haciendo? Hahaha. —La sonrisa de Dona sale brusca, y rápidamente ella quita la aplicación. —Él es gay Donatela. GAY. —Hablar en tercera persona no la esta ayudando precisamente, pero no importa.

Por que Albert se veía tan...adorable.

Y frágil, y perdido igual que ella.

Dona aún sigue sintiéndose terrible de haberlo lastimado con el juguete. Pero Albert aún quiso seguir jugando independiente de eso.

—Tonto. —La sale de forma involuntaria.

Demonios, Dona ha estado actuando de "forma involuntaria" por culpa de Albert más a menudo de lo que ella quiere. Y por irónico que parezca, eso no es algo malo en absoluto. Sino más bien cálido.

No que Dona sepa catalogarlo ella misma de todas formas. Por desgracia, en los libros de autoayuda que ella tanto adora leer, no hay un solo capítulo que se la explique.

No que importe.

Antes siquiera que Dona se coma más la cabeza de lo necesario, el sueño hace acto de presencia.

FeticheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora