- Capítulo 20 parte 2-

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"¿Cómo que seguir por ella?", Albert no puede evitar sentir náuseas. No, él no puede. Si apenas con imaginarse la escena un rubor molesto le recorre el cuerpo entero. Es vergonzoso e impensable. Dona estaría viendo como él se satisface y que movimientos él hace para utilizarlo en su contra. Casi... casi le llega parecer inmoral.

A ver, Albert no es inocente. Pocas no han sido las veces que como forma de seducción él se ha jalado delante de otros tipos. Pero los otros tipos estaban desnudos y dispuestos a practicar el coito con él. Ahora la situación no es la misma, Albert se siente como un experimento siendo puesta a prueba y es raro.
Pero lo más detestable de todo es que Albert se da cuenta de que aquello va en serio. Él ve con desconcierto como Dona se desenreda de sus manos, y con aparente indiferencia guía las de él a su miembro. Verse expuesto de esa forma no es agradable sino que todo lo contrario. Albert se siente acorralado.
— Mueve las manos Albert.— Dona lo instiga sin alejarse. De esa vez ella no se va, sigue cerca de él, aunque ahora de pie, apenas bajando la cabeza para mirarlo. Es la primera vez que Albert se alegra de no verse obligado a alzar la cabeza para mirarla. Es demasiado vergonzoso. Y él no entiende por qué, pero independiente de la vergüenza, él la hace caso. El rubor en las mejillas de él alastrándose por todo el cuerpo como muestra de ello. Solo suerte que Dona no le pidió que quitara la camisa, si no ella se habría dado cuenta del tono púrpura en la piel de él. Habría sido mortificante si Dona lo viese.— Más rápido Albert.— Dona ordena, y él contiene un doloroso gemido que casi se le escapa de los labios.

♣♣♣

Es raro observar a Albert de aquella forma, Dona concluye consigo misma. Con él desnudo de la cintura hacia abajo, las piernas entrecerradas, cabeza gacha y haciendo todo lo que Dona le pide que haga. Por un lado es un alivio que las manos de Albert ya no estén en ella, pero por otro, Dona casi siente lástima por él. Albert parece... indefenso.

El tipo que no hace mucho la llamó "zorra" y que fanfarroneaba lleno de orgullo de su bien servido "pene", ahora tenía dificultad de mantenerlo bajo control.

Si alguien entrase por la puerta en aquel instante vería a primera vista a una mujer regañando a un tipo. Y el pensamiento le parece a Dona tan fuera de lugar y surreal que la recorre un cosquilleo en todo el cuerpo. Euforia la inunda por dentro y es imposible no emborracharse en ella.

—¿Qué tal anoche con aquél tipo? ¿Cómo fue ser penetrado por él?— Dona le tienta al ver como a Albert le cuesta seguir el ritmo que ella pide. Y por un momento, Dona casi podía jurar haber oído un débil gemido venido de él. — Más rápido Albert, y no te atrevas a gemir mientras lo haces.— Le recrimina aún frente a él, sin tocarlo, observando sus reacciones. Todas ellas interesantes.

Albert hace lo que Dona pide pero no sin apretarse la mandíbula y cerrar los ojos. Él no aguantará mucho más, por eso como distracción opta por pensar en cosas desagradables. Sin embargo, con tan solo una mención de Marcus por parte de Dona hace que su espalda arqueé y él empieza a sudar frio, pero en el buen sentido. Él se acuerda perfectamente de las manos robustas en su cintura mientras él se apoyaba en la parte trasera del coche y era embestido por aquel Dios anoche. — Ah-hh..— Un traicionero jadeo sale de la boca de Albert y la vergüenza se hace más evidente en su piel.

— Así que el tipo de ayer ha sido de los buenos.— Dona ríe con candor, casi parece inocente.— Dime como fue Albert, quiero saber con detalle lo mucho que has sido penetrado repetidamente por él. Las sensaciones, la fuerza ejercida, lo mucho que tú le querías más adentro. Todo.— La forma que Dona lo dice solo le produce más jadeos por parte de Albert, con él rememorando los recuerdos en la cabeza.

— Ah-hh eso...Ah-h ¡N-no es justo!— La voz de Albert suena melosa y suplicante mientras sigue masturbándose de la forma que Dona ordenó, sin ralentizarse o detenerse del todo. Como un buen chico.

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