-Capítulo 56 -

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Y este es el piso que te comenté por la llamada —el propietario guía tanto a Dona como a Albert por el pequeño recinto —. El sexto piso sin ascensor que sale en la oferta —enciende las luces y se dirige a la ventana que hay en el comedor/barra cocina —. Como podéis ver, está situado en el centro. La estación de tren se está a tres minutos caminando desde a aquí como mucho —señala con el dedo fuera de la ventana —. Es un lugar un poco apretado para dos personas —el tipo observa a Albert antes de seguir hablando—, pero nada que no pueda arreglarse.

—Entiendo. —Dona se ahorra el tener de corregir al sujeto. No es que sea el fin del mundo tampoco. Ella va a vivir sola, no con Albert.

—¿Me recuerdas la mensualidad que hay que pagar? —Albert indaga toqueteando la pared del inmueble con interés.

—850 euros limpios en un principio. Tal cual pone en la oferta —el propietario responde sin dejar de señalar la vista fuera. Eso hace ensanchar más la seriedad en el rostro de Albert.

—Sí, tal cual pone en la oferta— Dona repite lo que dice el propietario, intentando pasar el comentario de Albert desapercibido —. Perdonad a mi compañero —sonríe con amabilidad al extraño —. El baño es por aquí ¿Verdad?

—Sí, es por aquí. Adelante. —abre la puerta con facilidad, aunque se dan cuenta muy pronto de que el espacio es demasiado estrecho para los tres juntos. Por eso el propietario permite que Dona pase primero a echar un vistazo y luego Albert — ¿Cómo lo veis?

—Hay paredes agrietadas, y algo de moho en el techo del lavabo. —Albert puntúa antes de que Dona se digne a decir palabra.

—Bueno, es un piso antiguo — el propietario se excusa—. Además, no ha vivido nadie aquí por un tiempo. Una buena limpieza y como nuevo. —suena a excusa barata, y una reutilizada bastante. Albert lo nota.

—¿Y qué tal los vecinos? —él sigue chinchando sin parar. Dona en un principio desea callarlo, pero ella tiene tan poca experiencia en escoger un piso para sí sola, que una ínfima parte de ella se siente agradecida por él.

— A ver, bueno...—el tipo parece dudar por unos instantes que es suficiente para sacar una expresión de molestia en Albert —No encontraréis piso más barato por esta zona que no este y

—Entiendo. — Albert lo corta sin necesidad de seguir escuchándolo más —¿Hay algún otro piso disponible aparte de este?

—No, pero si no os dais prisa es posible que para mañana lo alquile a otra persona.

—¿No dijiste antes que hace tiempo que no ha vivido nadie en este piso? —Albert replica de inmediato, provocando que el tipo se rasque la frente con incomodidad —Eso me dio a entender que no había ningún interesado en el inmueble más que Donatela. — Apunta a Dona para fortalecer su punto. Y la forma como Albert dice el nombre entero de ella, la hace sentirse extraña. No que Dona vaya a decir nada al respecto ahora.

—¿Hay algo más que ver? —ella alza la voz con simpatía. La mirada del propietario se encuentra con la de ella. Y Francisco no parece muy proclive a seguir con la charla por más rato.

—No, eso es todo. ¿Te quedarás con el piso? Tengo aquí los papeles incluso. —señala la carpeta que lleva bajo el brazo.

—¿Nos puede dar algo de tiempo? Mi amiga y yo necesitamos hablar. —Albert responde por ella.

—Necesito de una respuesta ya, caso contrario

—Sí, sí. Ya lo sé. Hay otros interesados. — Albert le sonríe con falsa modestia —Pero si tanta prisa hay, siempre podrás enseñarnos otro piso cuando haya uno disponible —le da dos palmadas en el hombro antes de volver cerca de Dona —. ¿Nos vamos ya? Entraremos en contacto con usted cuando tengamos una respuesta. ¿Verdad qué sí cielo? — Albert tiene ímpetu de coger a Dona del brazo un momento, pero al final se lo piensa mejor tras acordarse de lo reacia, y salvaje que ella es cuando la tocan sin su debido consentimiento.

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