Capítulo - 3

338 36 5
                                    

El despertador suena alrededor las 06:30. Por desgracia, como el coche de Dona sigue en el mecánico ella se ve obligada a levantarse antes para coger a tiempo el transporte público.

— No quiero levantarme. — Se queja mientras apaga la alarma y mira al techo por un rato. Antes siquiera de hacer nada Dona ya está pensando en el trabajo, o en la bronca que se va a llevar por los archivadores. — Poco a poco Dona, poco a poco. — Mentaliza de forma positiva y finalmente se levanta.

Como de costumbre busca el albornoz, lo pone, y se dirige al baño con los calcetines en los pies. No se molesta en ponerse las zapatillas de andar por casa, el lavabo está al lado de su puerta.

Una vez en el baño, ella enciende la luz y activa la calefacción eléctrica. No mucho después sale, va a la cocina y toma un vaso lleno de agua. Entonces vuelve a la habitación, escoge la ropa para el día y se mete en el lavabo de lleno, que ahora está calentito y Dona podrá desvestirse sin temblar como una hoja.

♣♣♣

Las tres primeras horas Dona no se toma un respiro ni para tomar un vaso de agua o estirar las piernas. De vez en cuando ella alza la cabeza del mundo de archivadores porque oye pasos de gente por el pasillo, y teme, que uno de estos sea el de su jefe.

Solo se tranquiliza cuando no escucha a nadie tocar la puerta.

— Casi lo tengo. — Cierra el penúltimo archivador y lo aloja en el carrito, teniendo cuidado de no tirar nada o que algún papel se extravíe.

El último archivador es el más gordo de todos, y también el de más antigüedad. — Mejor voy guardando estos de momento. — Concluye levantándose del asiento y arrastrando el carrito fuera.

Por suerte, Dona no se choca con nadie y es un alivio. Encima, cuando llega a la zona del ascensor este abre al instante, algo inusual. Dona siempre tiene que esperar unos valiosos minutos, que hoy de casualidad, no puede perder.

Sin embargo, antes siquiera que ella tenga la oportunidad de meterse adentro, alguien la tira del hombro con delicadeza. Si se puede llamar "delicadeza" tocar a alguien que no conoces.

— ¡Hola perdona! — Dona se da la vuelta y lo que ve la quita el aliento, pero en el buen sentido. Delante de ella está el hombre más hermoso que ha visto jamás. Al menos de cerca. Es joven, alto, pero que muy alto, y con la piel bronceada. A Dona no la suele gustar los rubios, pero abrirá una excepción para este.

— ¿Sí? — Ella empieza con una cálida sonrisa y el sujeto la sonríe de igual forma. Por un momento, Dona casi cree que él tipo está coqueteando con ella. Sin embargo, se da cuenta algo tarde de que no.

— ¿Eres de la limpieza verdad? ¿Podrías reponer el papel higiénico del baño masculino cuando puedas? — Comenta el tipo con normalidad, y puede que esto haya sido el factor que más enervó a Dona, sin embargo ella educadamente negó con la cabeza.

— Lo siento, no soy la de la limpieza. — Ella responde con una floja sonrisa que no la alcanza la mirada. Incluso, por un momento Dona baja la vista y observa la ropa que lleva puesta.

¡Si ni siquiera tiene el uniforme de limpieza!

Será por el carrito Dona. Seguro que será por eso, intenta calmarse y encontrar razones de peso, pero la gota que colma el vaso es lo que el sujeto dice a continuación.

— ¿A no? Es que te pareces un montón a la chica que viene a limpiar de vez en cuando. Me habré confundido. — Concluye y se va.

Ni un perdóname que me he equivocado sale de la boca del tipo. Aquello solo aumenta más el enfado de Dona, pero ella se calla.

FeticheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora