- Capítulo 58 -

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Con la misma facilidad que Dona se siente agradecida por la ayuda de Albert con el piso, siente también repulsa. ¿Cómo es posible que un hombre sea capaz de hundirla en sentimientos tan contradictorios? Todos a la vez. Sin descanso.

"Me gusta que él sea así." Aunque también la molesta.

Por eso Dona vuelve a observarlo con detenimiento. El hematoma todavía sigue allí, en el cuello de Albert. No es una vista agradable.

"No lo es en absoluto." Pero Dona, tan ilusa, no ve que lo que siente es celos. Bueno, en realidad si los ve, aunque no los admite.

—¿Quieres jugar conmigo chico gay? —la voz de ella casi parece cantarina. Por fuera al menos. —¿No estás cansado de lo de ayer? Seguro que el tipo con el que te has acostado te habrá dejado seco.

El azul en los ojos de Albert, penetran a Dona como cuchillos afilados. Dilacerándola en cada parpadeo. Acusatorios.

—¿Celosa? —la forma como él inquiere es provocadora. Como si Albert estuviese incitando a que Dona dé el primer paso. Pero no está vez. Él no lo ha ganado.

Sonreír sale a Dona de forma automática. Bien, ella jugará. Pero hoy quien disfrutará de ello plenamente será ella.

—¿Cuál es la safeword chico gay? —inquiere cruzando las piernas mientras deja el móvil a un lado.

A Dona le parece adorable ver como la expresión de Albert cambia de un instante a otro. La confirmación de saber que ella no se echará atrás. Dona podría jurar incluso... Que Albert siente alivio.

—Fetiche.

—No he escuchado el ama, cielo. Dilo bien está vez.

—Fetiche, ama.

No debería estar bien reírse, pero es lo que Dona tiene ganas de hacer en este instante.

— Arrodíllate en el suelo. —la orden no suena tan temible como Dona intenta parecer, pero no importa. La forma como Albert se pone rígido antes de postrarse sobre la alfombra tal como ella ordenó es excitante. Masturbatorio incluso.

Dona se levanta del sofá y camina hasta donde se encuentra él. Como en un déjà vu. Albert la sigue observando, pero no por mucho tiempo.

—No te he dado permiso de mirarme —descansar la mano sobre la cabeza de Albert para luego empujarla hacia abajo nunca la resulta tan fácil como ahora—. Bien, buen chico. —lo felicita al ver que Albert no se queja como las veces anteriores. —Dijiste ayer "A la mierda las reglas". ¿Lo recuerdas? Asiente con la cabeza si estás de acuerdo o niega si no.

Albert guarda silencio por momentos, al menos, hasta él sentir que Dona le coge de la melena para levantarle la cabeza y que pueda mirarla a los ojos. Una mueca de desagrado se le forma en el rostro, y para fascinación de Dona, él aún sigue viéndose hermoso a pesar de las claras molestias.

—Hoy no tengo paciencia. Respóndeme ya. —la seriedad en el tono de ella, le hace tragar saliva a él antes de asentir. Y se ve tan inocente mientras lo hace que Dona no puede evitar sonreírle satisfecha. —¿Ves? No ha sido tan difícil. —le suelta el pelo con cariño esta vez. Como recompensa de haber respondido como toca — Las reglas están por algo chico gay, pero como has dado la idea, yo, tan benévola, quitaré una de ellas. —la dulzura, claramente fingida, hace que Albert trague saliva con dificultad. Dona no lo nota, ya que él vuelve a mirar al suelo. Después de todo, no tiene permiso de mirarla —Me encanta la idea de insertarte cosas. Así que esta será la que eliminaré —puntúa —. Asiente si estás de acuerdo, o di fetiche y damos esto por finalizado.

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