-Capítulo 47-

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Entonces Dona vuelve a besar a Albert y él la acepta sin más. Salivas se entremezclan, cuerpos se tocan, los nudillos de Albert aunque entumecidos, duelen en la espalda de él. ¿Cómo demonios besar a alguien puede hacerse tan eterno? ¿Y ser disfrutable exactamente por el mismo motivo?

Dona le coge del pelo entonces, Albert tiene que agachar la cabeza para permitir que ella lo guie. El beso gana más profundidad, las ansias a flote. El gruñe y ella le tira más del pelo. El calor que emiten los dos, y la sonoridad de todo aquello hace que sea inevitable que Albert se excite más de lo que él quiera mostrar.

Oh Mierda...

Uno de los dos habla, ahogando el gemido que sonoro que casi escapa. Aunque, es complicado de saber con seguridad quien de los dos es el culpable.

— M-mejor lo dejamos por el momento chico gay. — Dona consigue formular empujando la cabeza de Albert hacia atrás por un momento. Ella está tan alterada como él.

— ¿Por qué? — La pregunta de Albert casi suena a súplica. Estando él con la boca medio abierta y el pelo desordenado por los dedos de Dona.

Él parece tan necesitado como el Albert borracho de ayer, que llamó a Dona por que odia estar solo. Por eso, en un acto de amabilidad, ella le acaricia el mentón, antes de levantarlo con delicadeza para que Albert cierre la boca.

— Porque si yo sigo, —Ella empieza conciliadora mientras aleja la mano del rostro de Albert y le alcanza los brazos. — Terminaré por romper las reglas. — Ella toca la toalla que tiene prisionera las manos de él, pero Albert se mueve, imposibilitando así que Dona pueda desatarlo.

— A la mierda las reglas. — Él replica de repente, obligando a que Dona se detenga de golpe y lo encare.

— No te comportes como un crío ahora, chico gay. —Dona lo regaña, pero es evidente que ella tampoco quiere que aquello acabe tan pronto. — Deja de moverte.

— Tú también estás cachonda, lo sé. — Él acerca el rostro al de ella tan de repente que Dona no sabe cómo reaccionar a tiempo. Albert entonces mira a la boca de ella y avanza imparable. Pero Dona lo detiene con la palma de la mano, tapándole los labios con fuerza.

Pasa un tiempo que parece eterno antes de Dona verse capaz de decir algo coherente.

— ¿Tan bajo has caído para querer enrollarte conmigo ahora chico gay? — Dona se mofa de él, pero la voz de ella está cargada con ansias. — Que te follen.

— Eso intentaba yo hacer. — Él replica mordaz, ganando control sobre él mismo y dejando de pensar con la cabeza de abajo.

— Muy gracioso. — Dona le tira del pelo una última vez, en un fallido intento de hacer ver que ella aún está al mando de la situación. — Fetiche. — Ella le sonríe cálidamente luego de decir la safeword con decisión. — Hasta luego chico gay. No hace falta que me enseñes la salida.

Dona ni siquiera se molesta en desatarlo ya, después de todo, no será complicado para Albert hacerlo solo.

— ¡Maldita! — Albert maldice sin moverse de la posición en donde está, mientras Dona desaparece por la puerta.

Él no lo ve, pero Dona se va con una sonrisa en el rostro de par en par. Y aunque ella no se lo diga en voz alta, Dona le está agradecida.

Ahora solo es necesario buscar el momento adecuado para decirlo.

♣♣♣

— Genial.— Albert deja escapar pasados los cinco minutos tras Dona haberse ido. Ella no ha vuelto para desagrado de él. Y peor, le ha dejado con las ganas.

Solo cuando los pies de él también empiezan a hormiguear por estar de pie mucho tiempo sin moverse que Albert se despega de la pared, y mueve las manos hasta deshacer el nudo de la toalla por detrás. Las manos de él están rojizas y marcadas. El entumecimiento le causa un placentero cosquilleo que va de las yemas de los dedos hasta el pulso de Albert.

Sin embargo, lo que le hace temblar como una hoja es cuando él acaricia sus propios labios con curiosidad. Albert necesita comprobar algo por él mismo. Pero, encaminarse al baño le resulta a él tan fuera de lugar como quedarse en donde está. Pero Albert no se detiene.

Cuando las luces led del baño parpadean, un Albert distinto le da la bienvenida a él en el espejo. Allí hay evidencias de la verdad que él se niega en aceptar aún: Mejillas coloradas, labios hinchados, la mirada perdida y el pelo un completo desastre en la tierra.

Todas esas... retorcidas pruebas de que él ha disfrutado en todo momento con lo que Dona le hizo como un completo gilipollas. Y no solo eso, sino que él también quería putamente continuar con lo que sea que Dona tenía en mente.

Joder, y que todavía él quiere.

— Hostia puta.— Chapurrea un insulto al azar, porque eso es lo único en lo que a él se le da de muerte cuando no sabe que más decir.— Hostia puta.

Quizá la bomba de relojería nunca ha sido Dona para empezar. No que importe eso para él ahora.

Albert sale del baño y ni siquiera se molesta en apagar las luces. En un pestañeo él tiene el móvil en manos. Y en otro él ya está haciendo una llamada.

— H-hey, ¿Albert verdad?— La voz del extraño sueña avergonzada del otro lado.—Perdona que no te haya cogido ayer, estaba de guardia en el curro y...

— ¿Puedes quedar hoy Marcus?

— Eeh, bueno, sí.— Marcus parece dudar un momento antes de estar de acuerdo.

—Yo conozco un lugar interesante, te paso la dirección por WhatsApp y nos vemos allí. ¿En una hora te parece bien?

— Perfecto por mí.

"Perfecto para mí también." Albert piensa para sus adentros antes de quitarse el pijama y tomar una ducha de agua fría.

Pero la confusión aún habita en él como una segunda piel.

"¿Qué me está pasando?" Él se pregunta, pero las respuestas vendrán tan pronto cuando él menos lo espere.

Así que en una rápida búsqueda por Google Albert encuentra lo que quiere. La dirección del hotel que él recuerda no anda muy lejos de donde él vive.

—Ya está.— Lo reenvía a Marcus antes de vestirse para la ocasión.

Sin embargo, no es tan excitante para Albert mientras él lo hace.

Si al final tendrá ella razón Albert. A ti te vale cualquiera.

La lejana voz de Marta resuena en la cabeza de Albert. Y por mucho que a él le duela, él sabe que ella tuvo razón cuando se lo dijo hace algún tiempo.

"Pero por lo menos, me follaré a un hombre." Albert es gay después de todo ¿No? Él necesita distraerse.

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