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La figura del tucán en la hoja en blanco iba cobrando forma con cada trazo de la mano hábil de Ethan, los efectos de los colores no fueron necesarios para capturar la esencia del ave que el omega quería.

Elit, Kenia y Edith lo dejaron en su tranquilidad de la que hacía mucho no había podido disfrutar, después de todo, ellas solo lo acompañaban cuando Ethan pudiera necesitar algo. Solo lo acompañaron para mostrarle los jardines principales de la casa, el omega quería investigar por su parte pero se vería demasiado sospechoso empezar a husmear por los pasillos. La soledad era casi palpable en el ambiente, sino fuera por el alfa parado al lado suyo.

Con un suspiro aburrido, Ethan deseo tener acuarelas y un lienzo para desahogar las emociones que le carcomían en los últimos días.

—¿Ocurre algo hürrem?—la voz de Yusef fue un recordatorio del momento a solas que no tendría Ethan ese día. El alfa lo seguía a todas partes y una parte del omega sabía que seguía órdenes y había la posibilidad de que tal vez Assaf intuía que quería escapar.

—Nada, solo...realmente quería darle color a esta imagen.—se sinceró, había algo en Yusef que irradiaba confianza. De todas las personas de la casa, sentía que era el más relajado.

—¿Quiere que ordénenos pinturas para usted, hürrem?—pregunta el moreno amable pero Ethan pudo escuchar el tono divertido.

—Me gusta elegirlas por mi mismo, gracias —el castaño volvió a estudiar su pintura —. También  agradecería que me dejarás de llamar hürrem.

Ethan sabía que probablemente iba a ser rechazado una vez más acerca de la situación con su "apodo" que todos se esmeraban en decir últimamente. El sonido de una risa lo sorprendió y se giró a ver al hombre atrás suyo. La expresión relajada del alfa hacía que su rostro fuera aún más atractivo.

—Al parecer no le gusta mucho —declara Yusef. Ethan pudo ver que había evitado el sobrenombre y no pudo evitar el sentimiento de sorpresa.

—La verdad no —suspira el omega cerrando el cuaderno de dibujo que le había pedido a Elit, también le habían proporcionado tres lápices. Ethan decidió no preguntarles por qué tenían todo eso a la mano—. Siento que es un nombre que equivale a mucha...expectativa.

Yusef lo miro por un momento antes de desplazarse al asiento al lado de Ethan.

—¿Puedo?—señaló, pidiendo permiso para sentarse junto al omega. Ethan se sintió emocionado al pensar que había alguien no tan arraigado a las reglas de ahí.
El acento del alfa no era como el de Assaf o todos ahí, tenía un aire más americano. Ethan asintió, vio cómo el hombre se desparramada de una manera despreocupada que casi le hace preguntarle si realmente trabajaba para el cara larga de su jefe.

—Ser un omega en la familia Hasmet puede hacer recordar a cualquiera que había un sultanato en el país. Las reglas de ese entonces son similares a las de esta familia y no puedo culparlo por sentirse incómodo. Es un mundo muy diferente al que vivía en Canadá —dice Yusef mientras saca trozos de pan de una bolsa de la que Ethan no se percató. Las aves pequeñas empezaron a acercarse a su alrededor.  El omega volvió a tomar el cuaderno.

—Me sentiría más cómodo si me trataran como una persona normal y no como si fuera el único omega que existiera —murmuró el omega mientras iba trazando las líneas de las alas de un gorrión. Sus pensamientos se distrajeron al recordar la visita del doctor esa mañana.





—Eso es imposible. Antes de unirme tomé mis supresores, se supone que el efecto anticonceptivo no disminuye aunque me salte tres dosis —declaró Ethan asustado, puede que estuviera siendo un poco grosero pero el beta le acaba de decir que era posible que estuviera... ni siquiera podía pensarlo.

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora