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4 de Febrero. El día en que Turquía quedó sellada del resto del mundo.

Desde las primeras horas de la mañana de ese día, los anuncios de puertos y aeropuertos en toda la extensión del territorio se cerraron por órdenes del gobierno. Los noticieros se inundaron de información y suposiciones falsas, mientras los medios clamaban por una respuesta del palacio presidencial de Ankara antes de que la creciente inquietud se apoderara de nacionales y extranjeros que ansiaban abandonar el país.

La tensión en el aire era palpable, como si el propio cielo estuviera a punto de desgarrarse. Las calles se llenaron de murmullos ansiosos y rostros preocupados. La incertidumbre pesaba sobre los hombros de la ciudad, extendiéndose como una sombra que oscurecía cualquier esperanza de normalidad.

A medida que las horas avanzaban, el misterio que envolvía el cierre se volvía más denso. Las redes sociales bullían con teorías conspirativas y noticias no confirmadas, alimentando el temor colectivo. El gobierno anunció, después de casi dos horas, lo que algunas teorías ya venían expresando.

El anuncio de la sospecha de diversos ataques terroristas por parte del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) calmó el furor nacional e internacional que aumentaba por todo el país. La enemistad entre Turquía y el grupo kurdo ha sido fuente de diversas noticias a nivel mundial desde hace años, por lo que la excusa del cierre de las fronteras del país no fue vista de otra manera más que por la seguridad nacional que un país debe de tener.

La realidad, por supuesto, era diferente. Ajena a los ojos y oídos de los civiles que no podían escuchar mas que las órdenes y noticias de sus gobiernos, y que, en medio de todo el caos nacional, había uno mas grande originándose dentro de las entrañas oscuros de lo que una vez fue el imperio otomano.
Redes y llamadas telefónicas de pánico, bandas criminales y estaciones de gobierno trabajando juntos. Por un omega, o mejor dicho, la ausencia y desaparición de este.

Efendim, Hac tüm Müslüman halk için bir etkinliktir, ulaşım akışını kesmek için...[Señor, el Hajj es un acontecimiento para todos los habitantes musulmanes, interrumpir el flujo de transporte...]

Konuşma emri verdiğimi hatırlamıyorum...Sayın Başkan [No recuerdo haber dado la orden para que hablara...señor presidente].

El silencio sepulcral al otro lado de la línea precedió a las palabras de Assaf, quien podía escuchar cada tanto las respiraciones nerviosas del hombre anciano.

—Quiero a toda la fuerza nacional en la búsqueda, las redes locales de cámara serán entregadas a mi gente. Y por su bien, espero que todo el dinero que he puesto en sus malditas campañas haya alcanzado para monitoreo real en cada esquina del maldito país —la voz de Assaf se alza, haciendo eco en la sala donde se encuentra. Los hombres del consejo se mantienen callados, y su madre, por primera vez, no dice nada.

Del otro lado de la línea, la sala de crisis presidencial se sumió en un silencio incómodo, mientras las palabras de Assaf resonaban con una amenaza implícita. El presidente, sin palabras en su boca, asintió en silencio, consciente de que estaba frente a un hombre cuya furia no conocía límites.

—Señor Başkan, bu tehlikeli bir hamle. Toplumu kontrol altında tutmak için elimizden geleni yapmalıyız. [Señor presidente, esto es un movimiento peligroso. Debemos hacer todo lo posible para mantener bajo control a los civiles].

Assaf suelta una risa amarga ante las palabras de un próximo hombre muerto. El sonido hace que todos se estremezcan y se hundan en sus asientos.

—Toplumu kontrol altında tutmak... Ama benim omega'mı kaybettikten sonra ülkemi kaybedeceksem, o zaman hayır. [Mantener bajo control a la sociedad... si voy a perder mi país después de perder a mi omega, entonces que así sea].

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora