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Dos días.

En dos días llegarían los omegas a la mansión. Por supuesto, la noticia y confirmación de concubinos para Assaf se corrió como agua por todo el círculo social de la familia.
Las suposiciones del porqué esa decisión fueron variadas y nada neutras; sin embargo, casi todas parecían unirse en cierto punto: Assaf Hasmet no estaba conforme con su mate.
Incluso, se puso a discusión la belleza de hürrem y el pudrimiento de la unión. El desenfreno de los numerosos rumores orilló a Ethan a hacer algo que nunca pensó que haría: Dió su primera orden directa como hürrem, y prohibió hablar sobre el tema bajo ninguna circunstancia.

Quería hacer oídos sordos e ignorantes ante cualquier chisme que se escurriera por los pasillos, llegando incluso  a anular en la galería cualquier tipo de susurro entorno al escandaloso tema.

Por otra parte, mientras el alboroto se hacía presente en la dinastía y los alrededores, las rosas seguían llegando, pero ninguna noticia del alfa gama se escuchaba por ningún rincón. Ethan veía con más insistencia el celular cada día que pasaba, pero intentaba poner su preocupación en la línea de lo tolerable, sabía que si él hacía la llamada Assaf intuiría que algo estaba mal y empezaría a rebuscar. La respuesta no tardaría en llegar y otras personas le dirían al alfa de su padecimiento.

Ethan por lo menos quería tener eso, el privilegio de ver por cuenta propia el cambio en Assaf, ver su frialdad volver a su rostro y la gelidez en sus palabras cuando se dirigiera a él. Si iba dar rienda suelta a sus sentimientos quería estar seguro para tomar cualquier decisión.
Además, tenía que asegurar y mostrarse recto ante el Öğüt; si permitía que vieran alguna flaquees de su parte, ellos no dudarían en dar sus cartas para la victoria. Ethan nunca se consideró competitivo pero tampoco quería darles el gusto de la ventaja.

Los alfas de la eve, al igual que sus banyalar y las personas en la mansión,—exceptuando a una persona—fueron rectos en su posición de permanecer completamente leales a Ethan.
Por lo que el castaño tuvo más razones para proteger a las personas que apreciaba y mantener lo que Assaf había construido desde que llegó al poder.
  E independientemente si eso iba más allá de su acuerdo, no lo consideraba importante, él estaba cumpliendo con el puesto de hürrem que le habían asignado.

Ya había perdido muchas cosas a lo largo de los años; su madre, su libertad, sus decisiones y la incertidumbre de criar o no a un cachorro. No podía estar más en un punto medio donde dudara de sus decisiones.
Podía estar triste después. Y como dijo Elit, lo verdaderamente importante en este momento era aseverar y estabilizar su posición como el hürrem del imperio Hasmet.

"—Ellos buscan alianzas, relaciones fuertes que les den ventajas en el mundo bajo —le explicó Kenia en otro intento de estrategia para disipar sus nervios—. La dinastía de los Hasmet jamás ha requerido uniones importantes desde que nuestro amir subió al mando, no las necesita, él sabe que es lo suficientemente fuerte para mover el mundo y los gobiernos a su antojo"

"—Es por eso que las otras mafias no dejarán pasar esta oportunidad, hürrem —habló esta vez Elit, tratando de dar un mensaje claro con sus oscuros iris, no sería un juego de niños—. El Öğüt puede tener objetivos internos, pero las otras familias ven más allá de simples tradiciones. Una vez que se abran las puertas...no dudarán en atacarlo con todo lo que tengan"

Ante la amenaza latente de un atentado contra su vida, y las personas a su alrededor—por qué por supuesto que sus damas y guardaespaldas personales también serían considerados puntos rojos—, Ethan pidió un entrenamiento propio, dormir con un cuchillo debajo de la almohada seria la mínima protección que podría darse así mismo. Sus banyalar estuvieron algo recias, más que nada por la moral y enseñanza que tenían de mantener la delicadeza de su hürrem; por otra parte, Kim y Azra se encontraron realmente entusiasmados ante la idea, y no dudaron en ofrecerse como sus primeros maestros.

Mafia RojaWhere stories live. Discover now