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El frío invierno envolvía Estambul con gelidez mientras el mes de diciembre avanzaba. La nieve caía en tormenta del cielo, cubriendo las calles y tejados con un manto blanco y frío, las mezquitas estaban cerradas a visitas más allá de los rezos y de ellas resonaba el primer llamado a la oración. El sonido melódico del muecín, entonando con devoción el adhan entre el viento del país. Era una mañana con ventisca algente, en la que el aire cortante penetraba hasta los huesos. A medida que los transeúntes avanzaban por las calles empedradas, sus pasos resonaban en medio del silencio, acentuando la quietud que envolvía la ciudad.

En el hospital central de la capital, los ruidos eran aún más escasos.Teniendo sus últimos cuatros pisos vacíos era difícil no escuchar con claridad el pitido constante del único monitor cardiaco prendido.

Amir.

Yusef susurra otra vez, era la quinta vez que llamaba al hombre parado frente a la cama sin obtener respuesta. Assaf tenía los ojos perdidos, y su olor no explicaba mucho de su estado.

Amir, tiene que comer algo. Van dos días —la voz de Yusef era apagada,  casi inexistente de vida. No habían sido días buenos para el clan, y con todo el ajetreo en Moscú por el derrocamiento de La Corse y la preocupación entorno a Hürrem dentro de La Roja, él era el que se encargaba de todo. Assaf no podía en ese estado.

—Por lo menos deje que lo escolten para que se limpie...usted...—Yusef duda por un momento mientras mira hacia abajo—, usted todavía tiene la sangre de Hürrem en su ropa.

Assaf hace una inclinación leve mientras aprieta la boca en un gesto extraño. Sus ojos permanecen en la palidez que tiñe la piel de Ethan, sintiendo un ardor doloroso cuando su mirada vuelve a bajar a la zona verdosa que cubre el cuello del omega.

La marca, parece haberse estado pudriendo.

Cuando los doctores permanecieron callados al preguntarles, Assaf decidió no presionar más por el miedo que observó en ellos. La respuesta no le iba a gustar, ellos lo sabían, así que decidieron mantener su cabeza con su silencio.

—Jabir —murmura Assaf con una sequedad dolorosa en su garganta. Yusef suspira con dolor mientras toca su frente.

—Ha sido cremado según sus órdenes, fue acompañado por el imán y otros hombres a la mezquita familiar en Kilyos. Su retrato está siendo trabajado también.

Assaf respira profundamente, tratando de contener las emociones que amenazaban con desbordarse. La habitación del hospital permanece en un silencio sombrío, solo interrumpido por el constante pitido del monitor y la respiración entrecortada de Assaf.

—¿Hay noticias de Azra?

Yusef voltea hacia el techo con una complicada expresión. Sus ojos evitan el cuerpo inerte de Ethan y sus manos tiemblan por un momento.

—No, desde la misión que le encomendé no hemos sabido nada de él.

Assaf no responde por un largo momento.

—Sigan buscando —finaliza con voz dura y Yusef se limita a asentir débilmente.

Después de un rato, Assaf se acerca hasta la orilla del lado de la cama y alza la mano con lentitud. Sus manos tiemblan cuando toma el rostro de Ethan y se inclina con suavidad. El ardor de su pecho se incrementa mientras deposita sus labios en su frente fría, susurrando pequeñas palabras de súplica al cielo.
Sentía un rechazo intangible de parte del lobo de Ethan, por lo que se alejó rápidamente antes de que el pulso de Ethan se volviera a acelerar peligrosamente.

Allah seni benim yanıma döndürecek. Affedilmen için sabredeceğim ve sebat edeceğim, böylece kalbimin senin içinde yanan kadar sıcak bir tutkuyla yandığını göreceksin [Alá guiará nuestros caminos y permitirá que regreses a mi lado. Seré paciente y perseveraré para que me otorgue tu perdón, para que veas que mi corazón arde con una pasión tan desbordante como el tuyo].

Mafia RojaWhere stories live. Discover now